Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Nos tocó La Primitiva (de Llíria)

«Ahora, que disfrutan del éxito que les da la pátina del paso de su historia, es cuando más nos necesitan»

Imagen de la Primitiva de Llíria tomada en el año 1880 ABC

La suerte es de los audaces. La frase no es mía, obviamente, y además de lo que les hablo hoy no es de una cuestión de suerte. Pero sí de audacia. Y de mucho trabajo y esfuerzos. Y de mucha historia.

A ver… ¿cuántas instituciones conocen que consigan llegar a los 200 años? Vivimos en tiempos banales donde prima lo inmediato. Esto nos lleva a la aceleración de nuestras vidas hasta extremos casi ridículos. Pero es lo que hay, aunque les recomiendo que, para leer esta columna de hoy, frenen un poco el ritmo y pongan, por favor, algo de buena música de fondo.

El otro día me sentí muy pequeñito, que lo soy por otra parte y dicho sea de paso, pero no me refiero a eso. Me sentí pequeño en medio de la grandeza de una historia que nos lleva a celebrar en este 2019 un cumpleaños muy especial. Y en medio de una ciudad que destila música en cada rincón, en cada calle, en cada esquina y en cada ventana abierta de una habitación donde ensaya y estudia un músico que sueña con llegar al escenario del Teatro El Clarín , ante el que me sentí tan pequeño en su grandeza.

Sin más preámbulos: La Banda Primitiva de Llíria cumple 200 años. Así, con todo el peso de los dos siglos. Bueno tres, que conste, pero en el cómputo de años nos salen dos para sumar 200.

Los valencianos somos muy dados a llenarnos la boca de nuestras glorias, pero a la hora de tirar del carro a veces dejamos pasar la oportunidad como si las cosas no fueran con nosotros. Pues bien, me niego a que esta vez sea así. Tomo partido, me pongo el uniforme del Clarín y además les arrastro conmigo a esta empresa del reconocimiento al trabajo realizado durante todos esos años por unos músicos que no han hecho otra cosa que dejarse la vida por nuestra cultura, hasta convertir la música en una de nuestras señas de identidad como pueblo.

Imagen de la Primitiva de Llíria tomada en el año 1880 ABC

Las sociedades musicales son numerosas en nuestra Comunitat. Es de justicia reconocerlo. Yo me siento tremendamente vinculado a dos de ellas, Santa Cecilia de Cullera y la Filarmónica Alcudiana , pero sentimentalismo aparte, esta vez la que cumple 200 años es la Primitiva de Llíria a la que acabo de adoptar. O, mejor dicho, ella a mí. Y me temo que para siempre.

Es la Banda Civil más antigua de España. Tiene el mérito de haber ganado el festival internacional más prestigioso del mundo. Es la única en haber ganado el Festival Internacional de Bandas de la Comunidad Valenciana en tres siglos diferentes y como Presidentes de Honor a perpetuidad tiene a S.M. el Rey Don Juan Carlos I y a S.M. la Reina Doña Sofía.

Fundada en 1819 por un franciscano, el Pare Antoni, se ha convertido en el referente musical de muchas generaciones a las que ha formado en su Ateneo Musical y de Enseñanza hasta convertirse en la banda más prestigiosa. Hoy dispone, además, de una orquesta sinfónica. Es el espejo en el que se miran muchas de nuestras agrupaciones musicales. Y con razón.

A lo largo de este año nos ofrecen celebraciones de todo tipo. Me vienen a la cabeza los conciertos ya previstos de la Unidad de Música del Regimiento Inmemorial del Rey o de la Orquesta de RTVE, a la que tengo un especial cariño. Eso sólo por hacer un resumen breve en medio de casi un centenar de actos. Pero, sobre todo, les vamos a tener a ellos. A sus músicos. Mujeres y hombres que hacen de la belleza un camino sin final en una vida de esfuerzos y trabajo. Por amor al arte .

Ahora, que disfrutan del éxito que les da la pátina del paso de su historia, es cuando más nos necesitan. Y como ellos, todos nuestros músicos, nuestras bandas. Así que, puestos a pedir, los responsables de nuestra cultura deben ponerse las pilas para que los elogios a la tradición musical valenciana sean algo más que unos juegos florales. Hace falta apoyo político, impulso social, dinero y mucha inversión para conservar algo que, ya propongo desde aquí, debería ser declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Pongámoslo ya en marcha.

Recuerden una cosa. En la Primitiva llevan 200 años transformando en música, en sonido, cada una de las gotas que cayeron en un pentagrama desde los tinteros de los genios. No lo olviden.

Cierren conmigo los ojos. Dejen caer la nota blanca de una lágrima de emoción… y disfruten.

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