Puigdemont corteja a Colau para maquillar su aislamiento

Del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir pasa al Pacto por la Consulta

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Con un apoyo al independentismo que tanto las encuestas como los resultados electorales indican que ahora mismo no es mayoritario en la sociedad catalana, los impulsores de la ruptura con España tienen claro que la posición que adopten los "comunes" de Barcelona En Comú, aglutinados bajo la figura de Ada Colau, va a ser determinante para el futuro del "proceso". No es de extrañar pues que el presidente Carles Puigdemont no tuviese problema alguno en modificar la agenda de la cumbre del referéndum prevista para hoy, cambiando la hora de inicio, de la mañana a la tarde, para que a la misma puede participar la alcaldesa de Barcelona, que ese día tiene pleno municipal.

Las facilidades para que los "comunes" participen en la cumbre se explican por el intento de trasladar a la opinión pública, y de manera particular al Gobierno, una imagen de unidad en torno a la demanda de celebración de una consulta de autodeterminación.

Se trata de reforzar el frente soberanista, no necesariamente independentista, y que agrupe al movimiento de Colau, pero que incorpore también a sindicatos, organizaciones empresariales y otras entidades, todas más o menos partidarias de la consulta, pero no de la unilateralidad que, por ejemplo, sí propugna la CUP y ha acabado por asumir aunque no con pocas tensiones internas Junts pel Sí.

De este modo, y aunque Puigdemont sigue encastillado en su "referéndum o referéndum" a celebrar en 2017, en la reunión de esta tarde se orillará, aunque no se condenará de manera explícita, la vía unilateral, según fuentes políticas, haciendo hincapié en la oferta de pactar la consulta con el Estado. No obstante, Puigdemont en ningún caso renunciará a que el referéndum se haga en 2017, tal y como ha pactado con la CUP, su único e imprescindible apoyo parlamentario.

El ejecutivo catalán y el grupo parlamentario de Junts pel Sí siguen pues en la difícil tarea de contentar a todo el mundo: por un lado a sus socios antisistema, que exigen seguir adelante a cualquier precio, y, por otro, al "colauismo", poniendo según convenga más o menos sordina a la unilateralidad.

La oferta de frente común que propondrá Puigdemont esta tarde se trasladará en forma de una coordinadora transversal que pilote el Pacto Nacional por el Referéndum, el nuevo nombre de lo que antes se conocía como Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. La citada coordinadora debería incorporar todas las sensibilidades soberanistas –no solo las independendistas–, una forma de convencer a los "comunes" y a las entidades más templadas para seguir en el mismo barco.

«No a otro 9-N»

No va a ser fácil, ya que si para el Estado el concepto "referéndum pactado" es un imposible, los sectores que siguen apoyando esta fórmula van a tener que definirse en algún momento, y abandonar el frente común cuando, si se da el caso, JpS y la CUP sigan adelante cuando la Justicia tumbe la consulta. La pretensión de Puigdemont, en cualquier caso, es la de dilatar este momento en lo posible y mantener la farsa del referéndum pactado hasta el final.

Al margen de los partidos y entidadades independentistas, la postura del resto sigue siendo de escepticismo. Si hace unos días la alcaldesa Ada Colau seguía jugando a la ambigüedad asegurando que ella irá a la reunión de esta tarde a "escuchar", ayer mismo, el líder de CC.OO de Cataluña, Joan Carles Gallego, reclamó a Puigdemont que la cumbre de hoy ponga de manifiesto "la voluntad clara de negociar con el gobierno español". El líder sindical precisó que no aceptarán propuestas como un nuevo 9-N –la pseudo consulta de 2014– o una consulta unilateral sin garantías. "Para negociar no puedes decir que harás el referendo sin negociación. No se puede decir que harás lo que te dé la gana", advirtió Gallego.

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