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La larga verbena

Roger Bastida retrata a una pareja de la alta burguesía catalana de los años 30 que intenta desprenderse del corsé que impone la moral de la época

Detalle de la portada del libro La llarga revetlla, de Roger Bastida ABC

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En los meses previos a la sublevación militar del 36, un grupo de amigos de la alta burguesía barcelonesa se dispone a disfrutar de los estertores de su adolescencia. La primavera de sus existencias, que han tenido el privilegio de estirar más allá de sus límites biológicos, toca ya sus últimos compases. La siguiente página del calendario habría de ser la de una edad adulta con un guion tatuado desde la cuna: casamientos entre ellos, negocios heredados y una extensa prole que, si Dios quiere, dos décadas después habría de emparentarse también entre sí. Sin embargo, durante La llarga revetlla (La larga verbena, en catalán) , que así ha bautizado Roger Bastida a su última novela, hubo quienes se cuestionaron si aquellas convenciones habrían de ser la que debían guiar el resto de sus vidas.

Centra la trama una pareja de novios con la mirada puesta en su inminente boda. Pese al corsé del contexto social de la época, Mimi pertenece a la que tal vez fue la primera generación que pudo elegir a su marido con libertad. Mateu es su prometido. Mimi había puesto sus ojos en un oficinista que «no era gran cosa», a juicio del que habría de ser su suegro, quien, sin embargo, creía que «mejor casada con aquel mediocre que soltera» . A lo largo de la novela, y cada uno a su manera, ambos son capaces de asomar la cabeza más allá de los marcos mentales y sociales que en su mundo ya venían de fábrica. Mimi sube por primera vez a un metro y a un autobús para buscarse a sí misma en sórdidos locales del barrio chino en los que a nadie de su clase se le ocurriría poner el pie. Y Mateu, que destila algo de pijoapartismo en versión pequeñoburguesa, descubre que la belleza también puede estar allá donde la moral de la época no la podía concebir.

La acción arranca la noche de San Juan de 1935 con una verbena que el grupo de amigos celebra en el elitista Club de Tenis de Barcelona, rodeados de cócteles, champán, una orquesta en directo y camareros del Ritz. Desde aquella velada y en la sucesivas semanas, Mateu y Mimi experimentan una serie de vivencias que les lleva a plantearse si la hoja de ruta de sus existencias habría de ser otra. Esas señales, apenas perceptibles al principio, página a página se vislumbran cada vez más evidentes y definitivas.

Hace tres años Bastida se dio a conocer con La Mirada de la Sargatana , una historia de amor entre el pintor Ramon Casas y Júlia Peraire , la musa desconocida del Modernismo. Ahora, en su segunda novela, ambientada tres décadas después, retrata con precisión quirúrgica las costumbres, la arquitectura, el diseño y la moda de una época que conoce bien, y que a Mateu y a Mimi les tocó vivir. Personajes de ficción que, sin embargo, están construidos sobre la historia real de dos prometidos de la Barcelona de los años 30. Pese los evidentes cambios de decorado, a las puertas de la segunda década del siglo XXI quedan todavía mucho de aquellas ataduras, convenciones, dictados, imposiciones y pautas de corrección social que, lamentablemente, no nos resultan tan extraños.

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