Lorca, durante una cena en el Majestic de Barcelona
Lorca, durante una cena en el Majestic de Barcelona

Los últimos días de Lorca en Barcelona

El poeta vivió intensamente la ciudad entre septiembre y diciembre de 1935, alojado en el hotel Majestic

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Septiembre de 1935. García Lorca llega a Barcelona para estrenar «Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores» en el teatro Principal –entonces Principal Palace- con la compañía de Margarita Xirgu. Se alojará cuatro meses en el hotel Majestic, hasta la Navidad de ese año. Además de doña Rosita, llevará a los escenarios las trágicas «Bodas de sangre» y «Yerma» y su versión de «La dama boba» de Lope de Vega.

Dejó el Majestic y dijo adiós a aquella Barcelona donde se había sentido como un «català aficionat»

En la Ciudad Condal se reencontrará con Salvador Dalí, del que se había distanciado; honrará en Montjuïc la tumba de Albéniz; leerá poemas del inédito «Diván del Tamarit»; pronunciará la conferencia «Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre»...

Tertuliará con Sebastià Gasch, Ignacio Agustí y el pintor Grau Sala, autor del cartel de doña Rosita. Como apunta Víctor Fernández, especialista lorquiano: «También tuvo tiempo de enamorarse y desenamorarse, viviendo una de las noches más terribles de su vida afectiva... En Barcelona convivió y se peleó con una de sus obsesiones sentimentales, Rafael Rodríguez Rapún».

Material de García Lorca expuesto en el Majestic
Material de García Lorca expuesto en el Majestic - ABC

Ochenta años después, Pascal Billard, director del Majestic, rinde tributo a aquellos días barceloneses: tal vez los últimos que Federico vivió plenamente, antes de que sonaran los clarines de la guerra civil. Como se hizo con Antonio Machado -otro ilustre huésped del hotel en 1938-, el chef Nandu Jubany y el enólogo Quim Vila quisieron revivir el banquete que escritores y artistas catalanes ofrecieron al poeta en el último invierno de su vida. Huevos pochés, langosta a la termidor y pularda, con un postre de membrillo melba y tocinillos; todo regado con Chablis y un Armagnac del 35 para recobrar, al modo proustiano, los sabores del pasado.

Laura García Lorca recordó las palabras a las floristas de la Rambla tras la función de doña Rosita: «Os saludo esta noche aquí, como poeta, y os ofrezco con franco ademán andaluz esta rosa de pena y palabras: es la granadina Rosita la Soltera. Salud». Era la Navidad de 1935. Federico tenía billetes para irse de gira a México con Margarita Xirgu y Rivas Chérif, pero acabaría en Granada... Dejó el Majestic y dijo adiós a aquella Barcelona donde se había sentido como un «català aficionat».

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