Eva Granados - Tribuna Abierta

Respeto

Quiero pensar que la sociedad es más responsable que algunos de sus dirigentes y que lo que han sido algunos episodios de crispación no van a ir a más

El pasado mes de marzo el Consejo Nacional del PSC aprobó una resolución en la que nos marcábamos como objetivo prioritario continuar trabajando para evitar el frentismo en la política catalana, recuperando el respeto por todas las ideas, por las instituciones -que son de todos- y por la ley, que a todos y a todas ampara. La libertad de expresión es sin duda un derecho fundamental y, aunque todos sabemos cómo de tembloroso es el fiel de la balanza entre la libertad de unos y el respeto por los derechos y las libertades de los otros, la pluralidad de opiniones es ejemplo de riqueza y signo de madurez de las sociedades avanzadas, compatible con el respeto a la neutralidad del espacio público para garantizar que sea de todos.

Sin embargo, hace ya unos años que hemos ido viendo cómo en rotondas, plazas y balcones de consistorios aparecían banderas «esteladas» que representan un proyecto de ruptura de Cataluña con el resto de España. Banderas en espacios públicos y dirigentes políticos que han alimentado animadversiones donde no las había. Un «procés» que ha ido deteriorando también la convivencia entre personas que jamás se habían parado a pensar cómo de catalán o español se sentía nuestro vecino, la maestra de nuestros hijos o el periodista que nos informa. Un deterioro que se ha trasladado al Parlament. Esta pasada semana fuimos testigos de un preocupante y lamentable espectáculo entre los grupos independentistas, que ponían lazos en los escaños vacíos del gobierno, y algunos diputados de la oposición, que interrumpían el debate parlamentario escenificando ostensiblemente su disconformidad y quitando sobreactuadamente uno de esos lazos amarillos. Ni unos ni otros ofrecieron una escena edificante. Ni unos ni otros dieron ejemplo de convivencia. Ni unos ni otros contribuyeron a disminuir la crispación que hay ya en las calles.

Quiero pensar que la sociedad es más responsable que algunos de sus dirigentes y que lo que han sido algunos episodios de crispación no van a ir a más. Es imprescindible que los nacionalismos de uno y otro signo se atemperen y que reforcemos el carácter inclusivo que ha caracterizado siempre a Cataluña y que ahora está en peligro. Exijámonos respeto, pensemos lo que pensemos, sintamos lo que sintamos… la convivencia es obligada. Y los representantes públicos, pongámonos a trabajar ya para encontrar una solución política. Vamos tarde.

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