Los padres de Nadia mintieron sobre su riesgo de muerte inminente

El tratamiento que el matrimonio dice que recibió la menor no existe: «Es ciencia ficción»

La madre de Nadia Nerea, Margarita Garau, llega a la Audiencia de Lérida junto a su abogado EFE

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Si el martes quedó claro que Nadia nunca había viajado a Estados Unidos para ser operada , en la sesión del juicio de este miércoles se ha constatado que el tratamiento genético al que sus padres dicen que se sometió solo existe en su imaginación .

Fernando Blanco, que se sienta en el banquillo de la Audiencia de Lérida junto a su mujer, Margarita Garau, por usar la enfermedad de su hija para enriquecerse, había hecho ante el tribunal una inverosímil explicación de la supuesta intervención quirúrgica: le extrajeron los genes, se los modificaban y se los volvieron a inyectar .

Ninguno de los especialistas que han comparecido este miércoles había oído nunca hablar de semejante método. Se lo ha preguntado el presidente del tribunal, Francesc Segura: «Si le dijera que hay un tratamiento que permitiera cambiar el código genético en una persona ya nacida... ¿sería ciencia ficción?». «Sí» , ha respondido una responsable del Instituto de Medicina Legal de Lérida. «Estuvimos investigando vía internet y no encontramos ninguna evidencia científica de que los centros o los tratamientos existieran», ha añadido otro especialista.

La pequeña Nadia, que ahora tiene 13 años, padecía, y padece, tricotiodistrofia, uno de esos males que en el argot médico se conoce como «enfermedades raras». Pero, ni mucho menos, tenía un riesgo de muerte inminente como los padres hacían creer con el fin de recaudar fondos para su propio disfrute.

Con esta argucia intentaron, por ejemplo, engañar a un vecina de Fìgols i Alinyà (Lérida), que se había acabado convertido en la portavoz de la familia para ayudarles cuando, desde Mallorca, se trasladaron al pueblo: «Nos decían que la niña no llegaría a Navidad» , relataba este miércoles, visiblemente enojada por las mentiras de la pareja. Lo mismo le habían dicho a la tutora de Nadia en la escuela del cercano pueblo de Organyà en el curso 2015-2016: «Dijeron que habría un desenlace a corto plazo, un fallecimiento inmediato».

No era cierto. Los forenses han aclarado que la enfermedad de Nadia era incurable, pero no terminal. «No se desprende nada que haga sospechar un riesgo mortal inminente», han añadido. Es más, aseguran no conocer el caso de ningún menor de diez años que hubiese muerto por esa enfermedad .

Ni ese tratamiento existe, ni viajaron a Estados Unidos para operarse . El martes los Mossos ya lo descartaron: ni el padre ni la hija tenían pasaporte; los hospitales a los que aludían no existían y en las mismas fechas –finales de enero de 2013– estaban en un hotel de Mallorca.

En juicio, la vecina con la que Nadia se quedó a dormir cuando el 6 de diciembre de 2016 detuvieron a su padre, ha dado otra estocada a la versión de la pareja: «La niña decía que en avión solo había viajado a París y a Mallorca» . Además, los pediatras del Hospital de La Seu se cansaron de pedir a los padres unos informes de los tratamientos que nunca llegaron.

Blanco –que está en prisión desde su detención– y Garau se enfrentan a seis años de cárcel por un delito continuado de estafa . Se hicieron con más de 1,1 millones de euros en donaciones que, en su práctica totalidad, destinaron a su propio disfrute y no a tratar a la niña.

Otro dato aportado este miércoles por la propietaria de la casa que el matrimonio tenía alquilada en Fìgols así lo demuestra. El concepto de las transferencias bancarias de 800 euros que recibía cada mes por el alquiler en su cuenta lo dejaba claro:«Tratamiento Nadia Nerea» .

Unos «estafadores de categoría»

Las víctimas de la estafa de los padres de Nadia se sienten engañados. Ayer lo dejaron patente en sus testificales. Fue especialmente sentida la declaración de Mercè, la vecina de Fìgols que había dado a la pareja su apoyo incondicional para ayudar a la pequeña cuando le dijeron que podría morir en poco tiempo. «Son unos estafadores de categoría» , ha proclamado, dolida, ante el tribunal.

Ella les había ayudado a reunir fondos para el complejo tratamiento que supuestamente recibiría en Estados Unidos: « Decían que valía 120.000 euros, y que no los tenían porque con el dinero de su asociación habían ayudado a otros niños».

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