Llucia Ramis: «Mi generación será vieja sin conocer la madurez»

La escritora y periodista mallorquina, premio Anagrama de novela en catalán con «Les possessions»

Llucia Ramis, esta mañana en Barcelona EFE

SERGI DORIA

Diez años después de su primera novela, «Coses que et passen a Barcelona quan tens 30 anys», Llucia Ramis (Palma, 1977) celebra los cuarenta con «Les possessions», premio Anagrama de novela en catalán. Entre ambos títulos, una incursión en la cultura epidérmica de las nuevas tecnologías con «Egosurfing» (premio Josep Pla, 2010) y un inventario de ilusiones perdidas: «Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes» (2013).

La narradora de «Les possessions» retorna a su Palma natal para afrontar la demencia de un padre que batalla contra un presunto delito urbanístico que le puede hacer perder la casa. La caótica situación familiar la va a abocar a una siniestra genealogía: en 1993, un exsocio de su abuelo, asiduo a la cultura del pelotazo y acechado por la ruina, asesinó a su mujer e hijo y luego se suicidó.

La especulación inmobiliaria, el fracaso profesional y amoroso, la decadencia de arcádicos paisajes que han dejado de pertenecernos. Para el escritor Sergi Pàmies, miembro del jurado, «Les possessions» es un compendio de lo que Ramis expresó en sus tres novelas anteriores… «pero mucho mejor».

Abuelo, padres, pareja… La autora desvela tabús como la enfermedad mental que nadie quiere reconocer. Posesiones. «En Mallorca se llama así a las propiedades, aunque también se refiere al amor que deseamos tener sin conseguirlo. Lo que define a la posesión es lo que pierdes». Como la pérdida de entidad moral del periodismo. «Mi generación va a pasar a ser vieja sin haber conocido la madurez. Y no es una cuestión de edades, sino de decadencia social y profesional», apostilla.

Una decadencia que Ramis identifica con el año 2007, cuando tiembla el suelo de las empresas periodísticas. «Al final te das cuenta de que el buen periodismo sigue siendo el de la vieja escuela y que no podemos creernos informados a solo a través de twitter». Si tuviera que establecer un eje temático de sus novelas, no duda. La Crisis, en letras mayúsculas: en el trabajo, en el amor y en esas «posesiones» que no son eternas. En palabras de la autora: «Ni siquiera las casas donde fuimos felices, porque crecer consiste en no tener un lugar adónde volver».

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