Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Los buenos

Me aburre la demagogia prepotente que se permite el lujo de dar lecciones a la Unión Europea.

Miquel Porta Perales
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El pasado sábado, en las calles de Barcelona, se manifestaron los ciudadanos más buenos del mundo. Bueno: que tiene bondad en su género. Sinónimos: humano, compasivo, bienhechor, sensible, generoso, comprensivo, virtuoso. Me dan envidia. Me gustaría ser como ellos. Pero, no puedo. ¿Saben por qué? Porque, viven en un mundo paralelo. Porque, confunden –con buenas intenciones– el deseo con la realidad.

Me solidarizo con los refugiados que salen de su país para salvar la vida. Y, pues, ¿por qué no fui a la manifestación? En primer lugar, porque no me gustan las consignas, las batucadas, los gritos y los bailes en la vía pública. Me molesta el ruido. Y me molesta el comportamiento inducido –perfectamente diseñado y programado– que obedece a la pareja estímulo y respuesta.

En segundo lugar, porque me molesta el buenismo de unas personas, encantadas de haberse conocido, que están convencidas de apostar por el bien y miran por encima del hombro a quienes piensan distinto. En tercer lugar, porque no soporto el discurso oportunista y populista de quienes hablan en nombre del «pueblo» y aprovechan la ocasión para predicar: «Barcelona es la capital internacional de la paz y los derechos humanos» y un «Estado catalán ayudaría mejor a estas personas». En cuarto lugar, porque me aburre la demagogia prepotente que se permite el lujo de dar lecciones a la Unión Europea. Y, de paso, un buen palo al Estado, que para eso es español. Y de los manifestantes, ¿qué? Se han instalado en un mundo paralelo, decía antes. ¿Acoger a los refugiados sin más, es decir, sin tener en cuenta los requisitos señalados por la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de las Naciones Unidas? ¿Acoger a los refugiados sin tener en cuenta los protocolos y controles establecidos por la Unión Europea? ¿Puertas abiertas –sin más– para todos? ¿Abajo fronteras? Como aventuran algunos sociólogos, los buenos que se manifestaron quizá sean unos egoístas que buscan la satisfacción que produce la apuesta por el bien.

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