Antonio Piedra

Siniestra competencia

El Fondo de Liquidez Autonómica ha corrido veloz en auxilio de la Generalidad independentista para saldar a cuenta teja todos sus impagos

Antonio Piedra
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En Castilla y León algunos lo tenemos claro hace tiempo. Desde aquellos años de plomo en los que ETA mataba tan a gusto y nos limitábamos a condenar, a firmar artículos en cátedras y periódicos, a manifestarnos por plazas y avenidas desde Soria y Salamanca, a ir a funerales semi clandestinos, o a enterrar víctimas incómodas en nuestros cementerios de barro porque obispos impresentables, nazionalistas, y anticristianos de raíz como Setién o Uriarte -¡malditos seáis de nuevo en vuestra teología de excrecencia diabólica!-, les negaban incluso un padrenuestro en sus iglesias rebosantes de etarras y curas trabucaires.

¿Es que no ocurrió así? ¿Como consecuencia de aquello, no mandan hoy ideologías totalitarias en las instituciones vascas y navarras, y se vacían las iglesias en la misma proporción política? ¿Acaso los políticos de hoy, que cuentan con mayorías absolutas como para tapar la boca al más «pintao», no subvencionan el separatismo catalán con el dinero de los castellanos y leoneses? El último escándalo está tan calentito como los atentados de París y de Malí. Aconteció el viernes pasado cuando Montoro -en pleno proceso secesionista, golpista, tontiloco y antiespañol- acaba de inyectar a Mas, por vía de urgencia, 3.034 millones de euros como impuesto revolucionario, o como prima adicional, o como subvención para embajadas y café de embajadores -vaya usted a saber la verdadera razón-, a cuenta de todos nosotros.

¡Qué desperdicio de incompetencia estatal y gubernativa en vísperas de elecciones generales! El Fondo de Liquidez Autonómica -el célebre FLA, y al que los españoles cachondos denominan desde ayer sábado, sin recortes y sin pelos en la lengua, como una especie de yihad con el nombre específico de Fondo de Laminación Automática- ha corrido veloz en auxilio de la Generalidad independentista para saldar a cuenta teja todos sus impagos. Es más, en esta reposición de pasta gansa a la yihad, o a la guerra santa catalanista, se incluye también, según rumores de última hora y no desmentidos aún, la reparación del monumento a Jordi Pujol en Premià de Dalt.

Lógica sospecha. No habrá dinero para reparar el monumento de los demócratas caídos en el 11-M, y que se erigió en la estación de Atocha para conmemorar el horror más ciego en terrorismo. Ya sabemos en qué vergonzoso estado se encuentra. Pero sí lo hay a manos llenas para el separatismo catalán que se lo gasta en falsos refrendos, en manifestaciones fascistoides, y en totalitarismos sostenidos. A esto se le llama, en tierra de garbanzos como en Castilla y León, siniestra competencia. Está a la vista. Hay políticos y ciudadanos -unos por acción y otros por omisión- que emulan, o eso parece, por mandar a las víctimas a escardar cebollinos a la Gran Vía y premian a los criminales y separatistas con el gordo de la yihad o del FLA.

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