Luis Jaramillo - Punto de vista

Barcenilla

«No es fácil decir adiós a las personas que forman parte de la profesión y de la vida. Más difícil es hacerlo cuando la enfermedad siega esa parte tan importante que es la flor de la madurez y la experiencia»

No es fácil decir adiós a las personas que forman parte de la profesión y de la vida. Más difícil es hacerlo cuando la enfermedad siega esa parte tan importante que es la flor de la madurez y la experiencia. Se nos ha ido Luis Barcenilla, con sus ganas de luchar, pero impotente para superar una maldita enfermedad que le atrapó cuando pensábamos que iba a una operación sin mucha importancia y que le obligó a suspender su presencia en el acto de entrega del premio al personaje que mejor comunica de la Fundación de la Universidad Miguel de Cervantes, del que él fue principal impulsor. Personalmente al comenzar cada año esperaba el correo de Luis para pedirnos propuestas, pero este año el correo no llegó.

Tuve la gran fortuna de conocer a Luis nada más llegar a Valladolid en el final de la década de los 80 del siglo pasado. Trabajamos juntos, yo en la radio y él en sus tareas de comunicación en la Junta de Castilla y León, en Economía, luego en la Presidencia con Juan José Lucas y con él dio el salto a Madrid para ser responsable de Comunicación del Senado y posteriormente del Ministerio de la Presidencia. No perdimos el contacto. Luis colaboraba en el trabajo, facilitaba las cosas, abría puertas y debatía, ¡claro que debatía!, en esa sana pugna en la relación entre el informador y la institución. Eran otros tiempos. No se si mejores, pero distintos. La relación desembocaba en sana confianza, amistad, complicidad . Puedo afirmar que la tuve. Fueron muchos los viajes por toda España y por muchos países del mundo cuando cubríamos los desplazamientos del Presidente de la Junta. Eran todavía los comienzos de una comunidad que no es fácil y el contacto era tan estrecho, que surgió la amistad. Disfrutamos aquí y allá, recorrimos aeropuertos, sedes de gobiernos autonómicos, calles y plazas de lugares recónditos y alguna que otra aventura sorprendente como la vivida con los motoristas que abren las calles a las comitivas en Sao Paulo. Y cuando uno y otro abandonamos esa primera línea, seguimos en contacto. Le veo en el verano del 18 invitándonos en su bodega de Palenzuela y le escucho hablar con orgullo de su pueblo-villa y sus maravillosos monumentos.

Nos queda su recuerdo, su vitalidad, su olfato, su sorna, incluso sus ganas de vivir. Siempre estarán en nosotros. Se ha ido uno de los nuestros. Luis, amigo, Descansa en Paz.

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