Antonio Piedra - No somos nadie

Ade+ ladrón

«Fidel es el más grande en la tierra. Tan grande que hizo de la Isla una inmensa cárcel estructurada en un compás binario: uno de Fidel y otro de Castro»

Antonio Piedra
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Cuba, la décima provincia de Castilla y León según se ha dicho, sigue de luto. Por fin hoy domingo, tras un esperpéntico funeral, se dará revolucionaria sepultura, junto a Martí, al verdugo con más labia del siglo XX. Con razón, pues nadie como Castro puso acento autoritario a las palabras agudas, a las llanas, y a las esdrújulas. Con las agudas hincó tanto el pico en el muladar que acuñó la tilde ortográfica a palabras que no la llevan como dictadór, opresór, y criminál. Con las llanas hizo de lo vomitivo otra excepción sonora con tiráno, caudíllo, y liberticída. Con las palabras esdrújulas fue todo un académico, pues fabricó un escape para gánsteres que se ciscan a diario como el caimán por la barranquilla: sátrapa, déspota, y autócrata.

Filología deliciosa.

De esta delicia sainetera -allá cada uno con sus neuras-, han participado incluso algunos castristas, aparentemente exiliados, y que viven en Castilla y León tan ricamente. Junto a un cuento mío, publicado en estos días en homenaje a las víctimas del castrismo -ahí describo un hecho real y concreto acaecido a un cubano que fue encarcelado por usar internet para matricularse en la Universidad de Valladolid, y por un error informático-, apareció una especie de artículo-entrevista en el que, como una exhalación del cadáver fidelista, se decía textualmente que «Fidel Castro es el hombre más grande en la tierra».

Esto no lo dice un político que vive del presupuesto revolucionario hasta la victoria siempre, sino un profesional de la danza que vive en Valladolid desde hace 18 años. Imagino -y acompaño en el sentimiento al kamarada danzante por tan sensible e irreparable pérdida-, su gran pesar e inmenso dolor por no haber podido vivir con el pueblo cubano todas las grandezas de la tiranía castrista desde el periodo especial hasta nuestros días. Y sobre todo -¡qué grande es la danza desde Valladolid!-, por no haber participado de las honras fúnebres al lado de las satrapías del mundo totalitario. Y lo más danzarín de la existencia: no haber podido sacar brillo contundente a una piedra que luce en la tumba de Martí con esta acusación incontestable: «imponerse es de tiranos».

¡Qué gran razón la suya en danza! Fidel es el más grande en la tierra. Tan grande que hizo de la Isla una inmensa cárcel estructurada en un compás binario: uno de Fidel y otro de Castro. Fue tan grande que la renta per cápita de los cubanos -yo se lo oí un 26 de Julio al propio tiranosaurio- era la misma que en Suiza y se quedó corto. Tan grande que casi tres millones de exiliados exportaron la revolución hasta la Antártida. Tan grande que miles y miles de asesinados exigen aún justicia histórica. Tan grande que, después de muerto aún vive, pues más de 900 millones de dólares robados, según Forbes, ilusionan a las famélicas legiones como herencia. El más grande, ¡Guau!

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