Ignacio Miranda - Por mi vereda

O nos quemamos todos

«Urge trabajar en el fortalecimiento y actualización de ese apasionante proyecto común sin complejos, en pro del interés nacional, para superar tanto la esquizofrenia normativa como el egoísmo competencial que nos desangra»

Los presidentes de Castilla-La Mancha, Madrid y Castilla y León firman un convenio sobre la lucha contra incendios Jcyl

Ignacio Miranda

Hay días en los que los virreyes autonómicos se levantan con buen pie. Jornadas en las que dejan la mirada unidireccional propia de las anteojeras para darse cuenta, con visión amplia, de que antes y después de sus respectivos territorios está España, que es mucho más que la simple suma de sus diversas regiones. Esta semana, los presidentes de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid han suscrito unos acuerdos de colaboración en materia de prevención de incendios, ahora que suben las temperaturas con el estío y la vegetación se agosta. De manera que, al detectarse un fuego en áreas forestales situadas a menos de cinco kilómetros de los límites entre las comunidades, podrán intervenir sin trabas efectivos de otra región y habrá un mando único que coordinará todos los medios con independencia de su procedencia geográfica.

Por fin, parece que se imponen el sentido común, la eficacia y la coordinación entre administraciones, cada vez más necesaria en nuestro país ante el orgullo desmedido de algunos dirigentes de las taifas autonómicas, más preocupados en dividir que en multiplicar. Dice Alfonso Fernández Mañueco que son las noticias que requiere ahora España, «porque hablan del entendimiento para resolver problemas», dentro de un autonomismo útil, leal y solidario, que gestiona con cercanía y eficacia, «y que ejerce sus competencias para contribuir a un proyecto común». Casi nada. Supongo que en parecidos términos pensará su homólogo castellano-manchego, Emiliano García-Page, un hombre de la rama razonable y moderada del PSOE, de los que no se ha tirado al monte podemita y bilduetarra. Porque él, a lo sumo, se recluiría en los Montes de Toledo para buscar linces o esquivas cigüeñas negras entre jaras, encinas y melojos.

Curiosamente, los convenios se han suscrito en la localidad madrileña de San Martín de Valdeiglesias, donde las tres comunidades se dan la mano, zona de paso natural entre las dos Mesetas. Muy cerca de allí, en el municipio abulense de El Tiemblo, a los pies del cerro de Guisando con sus verracos graníticos y en la denominada venta juradera, se pactó el cese de hostilidades entre los partidarios de la futura reina Isabel y los que apoyaban a su hermanastro, Enrique IV, al reconocerse a la primera como heredera del trono de Castilla. Ocurrió el 19 de septiembre de 1468. Un episodio decisivo en la historia de España. En definitiva, urge trabajar en el fortalecimiento y actualización de ese apasionante proyecto común sin complejos, en pro del interés nacional, para superar tanto la esquizofrenia normativa como el egoísmo competencial que nos desangra. Aprendamos la lección del fuego y de la pandemia para evitar graves errores. O nos quemamos todos.

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