Las dos almas

Las dos almas de los socialistas que se han comido el turrón y las uvas en medio de un esperpéntico espectáculo tienen su correlato en esta Comunidad. Tudanca, una sanchista convencido, cierra filas con el secretario general que le nombró; Soraya Rodríguez, afín a los barones críticos, por convencimiento y amistad con Rubalcaba, ve cómo el partido camina hacia la irrelevancia y esboza una mueca de disgusto por la deriva desacertada de Pedro Sánchez, que ocultaba tras la obligada sonrisa de campaña. A estas dos sensibilidades, en Castilla y León, se añade una tercera, la de los agraviados (Villarrubia y compañía), que se unirán silenciosamente a la congregación de socialistas castellano y leoneses cabreados, para poner palos en las ruedas.

Este es el problema de haber dejado tantos muertos en el camino, Óscar López a la cabeza por el mayor número, heredando un mal que viene de lejos.

Con esta desunión poco cabe esperar del PSCL y poco ha hecho desde el inicio de esta legislatura. Soraya, con escaso peso en el partido, sólo le queda el desahogo y ver los toros desde la barrera. Tudanca está dedicado en alma y cuerpo a Madrid. Tiene su lógica, porque a nivel personal, la continuidad de Sánchez le labra un futuro profesional de otra forma incierto, y en el plano del partido, poder colocar en la administración del Estado a un número de castellano y leoneses le daría tranquilidad y la posibilidad de torcer el pulso a la presidenta del PSCL. Entre tanto, el partido continúa hecho unos zorros, sin unidad en la dirección ni orientación en el control de la Junta. La región se merece un jefe de la oposición que trabaje no por intereses particulares, sino por el bien común de la región, que para ello fue elegido.