Ajedrez, el «sparring» perfecto para la vida

Jugadores y monitores de este deporte defienden que este juego no es de friquis, sino que potencia destrezas y habilidades muy útiles en el día a día de cada persona

María Alonso, en el Campeonato de Ajedrez en Edad Escolar en Toledo Ana Pérez Herrera
Manuel Moreno

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María Alonso Vara (Toledo, 1996) estudia Ingeniería Industrial Electrónica y Automática. Comenzó muy pequeña en la escuela de ajedrez de Bargas (Toledo), primero acompañando a su padre, José Antonio, y luego para jugar con los chicos que estaban allí. «Fue mi principal actividad de ocio durante la infancia. Conocí a muchos amigos, aprendí a luchar por hacer las cosas mejor, a aguantar horas concentrada, muchas alegrías y también algún que otro berrinche».

Su palmarés está jalonado de triunfos: un subcampeonato nacional con diez años, ocho títulos regionales en varias categorías, cuatro escolares, diez campeonatos provinciales y dos absolutos femeninos. Con doce años, logró un campeonato de España en 2008, lo que le permitió ir con la selección española al europeo de Montenegro. Por equipos, con el club de Bargas fue bronce nacional en 2012, campeona provincial los dos últimos años y firmó dos bronces nacionales universitarios con la Universidad de Castilla-La Mancha. «De pequeña —confiesa—, me daba mucha vergüenza salir en los periódicos y en la tele, aunque, gracias a eso, en el pueblo y alrededores sabían que teníamos una buena escuela y así llegaron muchos chicos nuevos».

Estudios y juego

¿Y las chicas? «Es una lástima que no haya más jugando al ajedrez —dice María con tristeza—. En nuestros campeonatos escolares suele haber una niña por cada cuatro o cinco chicos. Y, a nivel nacional, solo el 7% de los federados son mujeres».

Monitora nacional de ajedrez, María trabaja todos los viernes en la Escuela Municipal de Bargas, donde se encarga de la dirección técnica del club de ajedrez. «El año pasado fuimos subcampeones de la Copa de España con los sub-12 y ahora tenemos los sábados a 60 niños jugando los campeonatos provinciales», explica con orgullo.

Pero María ha tenido que abandonar la competición de alto nivel por sus estudios universitarios: «La carrera no me deja mucho tiempo». A punto de cumplir 22 años, mata el gusanillo en el Nacional Universitario, en torneos de un día y con partidas en internet. «Así desconecto de los libros».

Samuel Bustos

Álvaro Buendía (La Roda, Albacete, 1997) también estudia, Economía y Derecho. Empezó en el ajedrez con menos de cinco años (no recuerda bien) porque su padre, Luis —ajedrecista aficionado—, tenía interés en que aprendiera. Pertenece al Club de Ajedrez Excalibur (Albacete), con el que fue campeón de España sub-14. «Para ganarlo hay que dedicar mucho tiempo, tener una buena preparación y confiar en tus posibilidades», resume Álvaro, quien participó luego en un campeonato de Europa en Bulgaria. También ha sido cuatro veces campeón regional y otras cuatro provincial, además de ser el «mejor segundo tablero» nacional por equipos sub-16 y campeón regional de rápidas absoluto.

«El ajedrez me ha ayudado a concentrarme, tanto en los estudios como en otras muchas facetas», asegura. «Además, me ha enseñado a controlar los nervios, a controlar el tiempo, a aprender que, cuando cometes un error, no hay marcha atrás. Se podría hacer una analogía del ajedrez a muchos aspectos de la vida. Por eso creo que enseña a tomar decisiones en muchos ámbitos, aparte de valores como el respeto por el rival, la competitividad...».

El ajedrez está considerado como deporte por el Comité Olímpico Internacional. María Alonso lo defiende como si fuera el rey de su tablero: «Dicen que el ajedrez no es deporte; que se parece al parchís o al póker. Es un tema de conversación habitual con amigos que no juegan. Sí es deporte, porque se fundamenta en una estrategia y una táctica, como el fútbol, por ejemplo. Y, como éste, el ajedrez está estructurado y reglamentado. Sobre todo, no es un juego de azar, porque depende enteramente de la destreza mental, no de las ‘cartas’ que te caen. Y cuando juegas a un alto nivel, hay que estar bien físicamente para soportar con lucidez partidas de tres o cuatro horas».

José Vicente Jiménez

«No es un deporte difícil de aprender. Tiene unas reglas tan sencillas como las del fútbol o el parchís.», subraya Juan José Losa Ordóñez (Tomelloso, Ciudad Real, 1999). «Lo que sí es ciertamente complicado es alcanzar la maestría, pero esto es así en cualquier disciplina. El nivel de dificultad en una partida de ajedrez lo determina el rival», aclara.

Juan José desmiente otro mito: «Los jugadores de ajedrez no somos más ordenados, mejor organizados o, simplemente, más listos solo por el hecho de practicarlo. Cuando dices que eres ajedrecista, todos piensan que debes ser un paradigma de esas aptitudes, pero lo cierto es que, aunque sí puede que ayude a mejorar algunas capacidades, jugar al ajedrez no te hace más listo».

A sus 18 años, este jugador del Club de Ajedrez (CA) Tomelloso estudia el primer curso de Derecho en Madrid. «Me gustaría poder dedicarme a ejercer la abogacía una vez terminada la carrera, igual que mi padre», desea.

Pero no fue su padre quien primero le inoculó el veneno del ajedrez. «Empecé con un videojuego que me regaló mi tío Javier para la Playstation 2 cuando tenía cuatro años. Me gustó tanto que, un año después, mis padres decidieron apuntarme en la escuela de ajedrez». Con siete años jugó su primer torneo, aunque no logró ningún trofeo hasta los ocho. Luego ha sido cuatro veces campeón de la provincia de Ciudad Real y desde 2008 ha estado siempre en el podio. Con su club, ganó el torneo por equipos infantil en otras cuatro ocasiones, además de ser su primer tablero y capitán desde 2014. En Castilla-La Mancha, campeón individual y por equipos en una ocasión, y dos veces tercero en solitario.

«Muchas gracias, papá»

«Aparte de lo indudablemente bueno que es este deporte para facultades como la memoria, el cálculo y muchas otras cosas, lo que más agradezco de haberme metido en este mundillo son las vivencias que me ha aportado dentro y fuera de los tableros», asevera Juan José, que llama hermanos a los amigos que ha hecho en las competiciones. A muchos de ellos los encuentra en torneos, aunque ahora los estudios y la vida en Madrid no le permiten estar tan centrado en el ajedrez como le gustaría.

El chico no quiere despedirse sin un puñado de agradecimientos: «A aficionados y profesionales, a los maestros que enseñan a los más noveles y, en especial, a mi padre, que es el motivo de que me metiese en este deporte y que ha estado siempre a mi lado. Sin él, no sería el jugador de ajedrez ni tampoco la persona que soy hoy en día. Muchas gracias, papá».

Juan José Losa, el primero por la izquierda

Uno de esos cientos de monitores a los que Juan José está tan agradecido es José Vicente Jiménez Martínez (Albacete, 1987). En su club, Excalibur, están creando una gran cantera de niños que copan los primeros puestos en los torneos escolares. José Vicente es maestro FIDE, un título que otorga la Federación Internacional de Ajedrez. «Luego existen Maestro Internacional y Gran Maestro, que serían los siguientes objetivos a conseguir», aspira José Vicente. Su vida es el ajedrez, al que se dedica profesionalmente: es monitor, organiza acontecimientos relacionados con esta actividad (simultáneas, conferencias y torneos) y hasta vende material de ajedrez.

Como muchos niños, comenzó de pequeño a trastear con el alfil y la torre: «Empecé a jugar alguna partida con mi tío Eliseo, que tenía algunas copas ganadas. Poco después, en mi colegio se daban clases extraescolares y el mismo profesor que las impartía era mi tutor, don Paco [Francisco Gómez Cebrián]. Él había ganado varios campeonatos provinciales y regionales, y él fue quien me transmitió su amor por este deporte, convirtiéndolo en mi afición favorita, jugando a todas horas, en los recreos y en las clases».

Fascinación

Defiende que el ajedrez no es aburrido, eso es un «mito falso». «Cuando juegas puedes estar con una partida cuatro horas y no darte cuenta de que ha pasado ese tiempo. Quizá, haya sido una partida muy emocionante, con grandes tácticas y estrategias, que no dan para aburrirse».

José Vicente fue dos veces campeón absoluto de Castilla-La Mancha, medalla de oro por universidades en el Nacional Universitario y medalla de plata como entrenador de la selección infantil de Castilla-La Mancha. «Jugar al ajedrez me ha aportado multitud de cosas; entre ellas, destaco los amigos que he conocido». ¿Y es un deporte para gente inteligente? «Siempre digo que el ajedrez lo que hace es hacer listo a alguien, ya que desarrolla la inteligencia», responde José Vicente. «Todo el mundo, a su nivel, puede encontrar su hueco en este deporte. Además, la inteligencia no se manifiesta solo con un brillante currículum académico», sentencia María Alonso.

Iván Moreno

Samuel Bustos Bernardo (Alcorcón, Madrid, 1998) es compañero de María en el club de Bargas. «Desde el principio el ajedrez fue un juego que me fascinó y absorbió de una forma que otras pocas cosas han hecho», reconoce. Comenzó a jugar a los 5 años, «cuando mi padre me enseñó a mover las piezas». Pero no fue hasta dos años más tarde, con 7 primaveras recién cumplidas, cuando comenzó a asistir a clases de Pedro Luis Tordesillas Moreno en la escuela municipal de Olías del Rey, a pocos kilómetros de Bargas.

Campeón provincial absoluto de Toledo en el año 2017 —su título más reciente—, Samuel también estudia y compite como nadador. Cursa el segundo año del Doble Grado en Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo del Producto y en Ingeniería Mecánica. Dedica gran parte de su tiempo libre a entrenar para continuar mejorando, y en los dos últimos años se ha acercado al mundo de la enseñanza del ajedrez. «Podría decirse que estoy más volcado en ello que antes», afirma. Llegó a ser varias veces campeón provincial de edades (menor de 18 años) y subcampeón regional en dos ocasiones. Por equipos, con su club fue tercero en el campeonato nacional sub-16 en 2012 y 2014, además de subcampeón de España de Comunidades Autónomas por equipos con la selección de Castilla-La Mancha.

Samuel desmiente otro mito: si juegas al ajedrez, ¿te vuelves un genio en matemáticas? «Probablemente, seamos los propios ajedrecistas, con el fin de ganar más adeptos, los mayores culpables de que se piense esto. El ajedrez no tiene nada que ver con las matemáticas que se enseñan en el colegio». En cambio, «el ajedrez sí ayuda a mejorar infinitamente, sobre todo en los más pequeños, en la toma de decisiones».

Álvaro Buendía

Iván Moreno Valero (Tomelloso, 1996) define el ajedrez como un deporte «muy divertido, donde hay mucha acción. Parece aburrido a la mente del espectador porque es un deporte mental y no tan visual como el fútbol, el baloncesto o la Fórmula 1».

Él llegó a su club, el CA Tomelloso, cuando tenía 12 años. «Me gustó desde que mi madre me enseñó a jugar. Todos los días jugaba una partida con mi padre. Cuando yo tenía 12 años, apuntaron a mi hermano a la escuela de ajedrez y, poco después, me apunté también». Con un largo historial de campeonatos y subcampeonatos provinciales y regionales conseguidos, Iván también logró un título nacional por equipos en categoría cadete con la selección de Castilla-La Mancha. «A nivel psicológico, el ajedrez me ha ayudado a tener mejor concentración y memoria, y a encajar mejor tanto las derrotas como las victorias», subraya este joven de 19 años, que estudia Ingeniería Informática en Albacete, en la Universidad de Castilla-La Mancha. «¿Que si el ajedrez es para friquis? Esto es completamente falso. Lo bueno que tiene este deporte es que atrae a personas de todos los ámbitos, como los actores Arnold Schwazenegger y Will Smith , o futbolistas como Esteban Granero », contesta Iván, que ahora solo juega torneos por equipos y partidas «online».

«El ajedrez es el juego perfecto para pensar y encontrar combinaciones, estrategias... Pero que te guste pensar no quiere decir que seas muy ‘inteligente’», recalca Ángel Carlos López , de 29 años, informático y vicepresidente del CA Tomelloso, que juega desde los 8. Se muestra orgulloso de su escuela de ajedrez, que cuenta con 60 alumnos. «Aparte de los resultados, lo importante para nosotros es fomentar el ajedrez», sentencia.

José Antonio Alonso

También con la cantera trabajan en el CA Excalibur de Albacete, creado en 2012. Uno de sus jugadores, Jaime Rumbo , con 5 años, dio al club su primer podio, en un regional, con un tercer puesto. Su presidente es Bío Lara Granero (El Pedernoso, Cuenca, 1989), ligado profesionalmente al ajedrez. Este año, su club acude con más de 120 jugadores al torneo escolar. «Nuestro local para practicar, aprender y pasar un buen rato es sufragado íntegramente por los socios», remacha Bío, en alusión a la falta de ayudas económicas.

Asignatura pendiente

De cantera, de la carencia de subvenciones y también de falsos mitos sabe mucho José Antonio Alonso (Bargas, 1966). Profesor de Matemáticas y Física de bachillerato, tiene una academia en Toledo y lleva 32 años de monitor de ajedrez en la Escuela Municipal de Bargas, donde su hija, María Alonso, se inició en los tableros. «La práctica del ajedrez en edad infantil puede ayudar en los estudios, como cualquier actividad complementaria paralela a la académica impartida de forma estructurada y sensata. Pero si no estudias Matemáticas, Conocimiento del medio,..., aunque juegues al ajedrez todo el día, no progresarás en el cole», afirma con una sonrisa.

José Antonio lamenta que el ajedrez no es tratado de la misma manera que otros deportes: «La asignatura pendiente es que seamos capaces de encontrar el lugar adecuado en el sistema educativo para la iniciación al ajedrez». Y también deja sobre la mesa la siguiente reflexión:«Hay un problema de tradición. En los países del Este de Europa, hay un tablero en todas las casas; aquí, una baraja de cartas y, últimamente, el teléfono móvil de papá para jugar desde la época de la guardería. Con el tiempo nos daremos cuenta de las consecuencias».

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