Manuel Hurtado: «Lamentablemente no aprendemos de los errores de la historia y los repetimos»

El escritor sevillano ha presentado en la Librería Taiga de Toledo su tercera novela, «El cementerio de los suicidas»

Manuel Hurtado Marjalizo, autor de «El cementerio de los suicidas»
Mariano Cebrián

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El escritor Manuel Hurtado Marjalizo (Écija, Sevilla, 1962) presentó su última novela, «El cementerio de los suicidas» (La Esfera de los Libros) este jueves en la Librería Taiga , en un acto en el que también intervino la periodista toledana María José Acevedo .

Tras el éxito de público y crítica de « La librería del callejón », su anterior novela, con más de 10.000 ejemplares vendidos, Hurtado Marjalizo, ingeniero de minas de profesión, ha regresado a la escena literaria para sorprendernos, de nuevo, con «El cementerio de los suicidas», un libro lleno de intriga y una protagonista inolvidable cuyos ideales hacen que logre sobreponerse al miedo a lo desconocido.

Portada del libro

Madrid, 1899. Saturnino de la Vega aparece ahorcado en la trastienda de su librería. Este suceso es la oportunidad que la joven periodista Carmen Sotés estaba esperando para estrenarse como cronista de El Imparcial , su gran sueño. Pero la muerte del librero encierra un terrible misterio. Todo empezó en 1702, cuando el capitán de galeón Íñigo Galarza recibió el encargo de traer desde La Habana un cofre para el rey. La guerra y el destino torcieron los planes y así nació la Orden de la Mano Negra .

En el curso de sus investigaciones, Carmen tendrá que atravesar el umbral de lo prohibido para descubrir que nada de lo ocurrido ha sido casual y que, tras la orden secreta, no solo están algunas muertes y la desaparición de su amado, sino también su propia historia. Una mujer que sueña con ser periodista, una orden secreta oculta durante dos siglos y tres llaves que guardan la verdad. Estos son los ingredientes de « El cementerio de los suicidas », donde hay dos libros en uno y dos épocas conectadas entre sí por la deriva de los acontecimientos.

En una parte de la novela el capitán de galeón Íñigo Galarza trae un arcón misterioso con tres cerraduras por encargo del rey Felipe V de Anjou, como si fuera un hilo conductor de las dos historias del libro. ¿Qué esconde este objeto y cómo se le ocurrió?

La novela se desarrolla en dos relatos que están unidos por este objeto misterioso. Los capítulos están escritos de una forma alterna y el lector va descubriendo en cada uno de ellos, hechos de la otra historia. Íñigo de Galarza viaja en una flota formada por una veintena de galeones que, en realidad, había partido del puerto de Veracruz (México), hizo escala en La Habana (Cuba) y llegó a España con este misterioso arcón por orden del rey Felipe V de Anjou, el primer rey de la Casa de Borbón español.

Otro hilo conductor de la novela es la aparición de la orden de la Mano Negra, un grupo secreto que tiene relación con ese objeto.

La ficticia orden secreta de los Caballeros de la Mano Negra estaba formada por gente de la aristocracia y tenía como mayor responsabilidad la custodia de este misterioso arcón. Durante siglos fueron ellos los que se han encargado de protegerlo, pero durante la historia el lector conocerá lo que esconde este cofre. El arcón llegó a España en 1702, pero no a manos del rey Felipe V, que es a quien debería haber llegado, sino que pasa por varias manos. Su contenido es religioso porque tiene mucho que ver con San Miguel, el arcángel que expulsó al diablo del cielo y lo convirtió en el ángel caído mediante un talismán, que es el que se guarda en el cofre custodiado por la orden de la Mano Negra.

La otra protagonista de la novela es Carmen Sotés, periodista de El Imparcial que investiga todas estas conexiones entre el arcón misterioso y la Mano Negra a raíz de la muerte del librero Saturnino de la Vega en el Madrid de 1899, lo que es el inicio de la novela. ¿Por qué una mujer periodista como protagonista en una época y un mundo plagado de hombres?

El hecho de poner como protagonista de una de las historias, la de finales del siglo XIX, a Carmen Sotés, una reportera del periódico El Imparcial, fue para mí un desafío. Me metí en la piel de una mujer muy valiente y vocacional, ya que consiguió cumplir su sueño, que era convertirse en periodista. Me interesa un personaje fuerte en un entorno complicado, como es el periodo de decadencia que sufre España tras la pérdida de sus colonias. Ella se dará cuenta, a lo largo del trascurso de la novela, que nada de lo que le acontece es casual, desde la primera muerte del librero Saturnino de la Vega hasta el final de la misma.

¿Y como un ingeniero de minas que trabaja para una multinacional da el salto a la novela histórica, un género plagado también de grandes autores de éxito?

La literatura es una vocación tardía en mi caso. Yo empecé a escribir, tal vez, no demasiado joven, sobre los 40 años, aunque antes había escrito ya algún cuento y poesía. Pero, para mí, escribir novelas es, más que nada, una pasión a la que dedico parte del tiempo libre que me deja mi trabajo como ingeniero de minas. Con mis libros, lo que pretendo es hacer feliz a la gente que los lee. Yo escribo para que el lector se divierta y se entretenga, algo que me consta por algunas críticas.

En su opinión, ¿qué ingredientes tiene que tener una novela histórica para tener éxito?

Para que una novela histórica tenga éxito, ha de tener un relato que sea interesante, que enganche al lector y le permita sumergirse en la historia. Además, el autor tiene que crear unos personajes de los que el lector se termine enamorando u odiando, identificándose con cada uno de ellos. También me interesa mucho los ingredientes de intriga y de misterio, de amor y sentimientos fuertes como el honor.

Toledo aparece de paso en sus tres novelas. ¿Qué tiene esta ciudad para que la haya incluido en sus historias?

Como bien dice, en mis tres novelas aparece Toledo. De hecho, la primera de mis novelas, «La hora del lobo gris», acaba en ella, y en esta última, en «El cementerio de los suicidas», aparece incluso el arzobispo Portocarrero, que es un personaje muy fuerte en la historia y con mucha influencia en la corte, ya que fue el que propició el final del reinado de Carlos II «el Hechizado» en favor de Felipe V de Anjou. Además, Íñigo de Galarza se ve obligado a pasar por la ciudad, la cual describe perfectamente. Toledo es una ciudad muy novelable que esconde muchos secretos. De hecho, yo adquirí muchos de estos conocimientos a raíz de leer hace algunos años un libro, «Los misterios de las calles de Toledo».

Aunque usted escribe ficción, la base de sus novelas tiene un gran peso histórico. De hecho, muchos de los hechos que hay detrás de su última novela guardan algún parecido con la época actual. ¿Cree que podemos extraer alguna lección de la historia o estamos condenados a que se repita?

El armazón de la novela está basado en hechos reales tanto en la época de Íñigo de Galarza, a principios del siglo XVIII, cuando aparecen personajes como Manuel de Velasco y Tejada, el almirante de la flota española, mientras que en la historia de finales del siglo XIX y principios del XX aparecen Eduardo Dato, Benito Pérez Galdós y su amante, Emilia Pardo Bazán. Y efectivamente muchos de los hechos de entonces se parecen a la actualidad, pero creo que lamentablemente no aprendemos de los errores de la historia y los repetimos.

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