Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, el 29 de agosto en el Congreso de los Diputados
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, el 29 de agosto en el Congreso de los Diputados - IGNACIO GIL

Rajoy aparca sus diferencias con Sánchez y le da una oportunidad

El Gobierno baja el tono y observa su «responsabilidad» del reelegido secretario general del PSOE en asuntos de Estado

Madrid Actualizado: Guardar
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Desde que Pedro Sánchez ganó las elecciones primarias del PSOE, el domingo 21 de mayo, el Gobierno de Rajoy optó por darle una tregua, un tiempo de «prueba» o un voto de confianza, para comprobar qué camino iba a tomar. El jefe del Ejecutivo pidió que se bajase el tono hacia el que fue su adversario político más enconado durante el año de bloqueo político, y facilitar así un acercamiento en los grandes asuntos que el PP quiere afrontar con el PSOE.

La última vez que se vieron a solas Rajoy y Sánchez fue el 29 de agosto en el Congreso, justo antes de la investidura fallida del candidato del PP. Fue entonces cuando el secretario general del PSOE dijo que la reunión había sido «perfectamente prescindible», y reiteró su «no» a facilitar el desbloqueo.

Pocos días después, cuando el Congreso ya había rechazado la candidatura de Rajoy, el presidente confesó en una charla informal que jamás en su larga vida política se había encontrado con alguien como Sánchez, con el que le resultaba imposible incluso hablar. La sintonía entre los dos era nula. Nunca le había ocurrido eso a Rajoy con nadie, ni siquiera con Pablo Iglesias, con el que ha mantenido reuniones mucho más fluidas pese a la distancia ideológica abismal que los separa.

Cuando Sánchez dimitió al frente del PSOE, el 1 de octubre, desde La Moncloa se reconoció su temor a que solo fuera una marcha temporal, y acabara volviendo unos meses después. El presagio se cumplió, pero el temor no es el mismo, ya que el Gobierno ha comprobado que no necesita al PSOE para aprobar los Presupuestos y, por tanto, para que haya estabilidad. Pero le sigue necesitando en los asuntos de Estado.

El lunes pasado, Sánchez llamó por teléfono a Rajoy, ocho días después de ganar las primarias, y una semana después de recibir un SMS del presidente. La conversación, con «muchas interferencias», por lo abrupto de la carretera por la que iba Rajoy, camino del Muelle de Vega Terrón, en el Duero, fue satisfactoria para La Moncloa, por el apoyo que ofreció al Gobierno a la hora de frenar el referéndum ilegal en Cataluña y defender la ley. Calificó la charla de «normal y fluida». Eso sí, nada de «cordial», como suele decirse siempre.

Los mensajes ambiguos de Pedro Sánchez durante la campaña de las primarias, sobre la unidad de la Nación española e incluso sobre la reforma del artículo 2 de la Constitución, habían inquietado en La Moncloa. Cuando escucharon a Sánchez, enterraron esas dudas. «El PSOE no podía tomar otro camino que el de defender la unidad de España y el cumplimiento de la ley. Ha sido su postura histórica y sabíamos que no iba a cambiar en eso», afirma un ministro, que, como se ve, habla del Partido Socialista, no de Pedro Sánchez. «Es que el partido no iba a permitir a Sánchez que cambiara una posición histórica que lo define, confiábamos en el PSOE. Si Sánchez hiciera lo contrario rompería su partido», añade el mismo ministro.

«El PSOE está dividido y débil en este momento, un giro brusco habría acabado con el partido», afirma otro miembro del Gobierno. Fuentes de La Moncloa atribuyen las declaraciones previas de Sánchez en defensa de un Estado «plurinacional» y sobre la posible reforma del artículo 2 a la campaña de las primarias, y quitan hierro a sus palabras, que no se acaban de creer: «Fueron declaraciones dirigidas a los militantes socialistas catalanes, al PSC, para arrasar frente a Susana Díaz». Sánchez ganó en Cataluña con un 81,9 por ciento de los votos.

Un político «responsable»

La «primera impresión» tras la vuelta de Sánchez ha sido satisfactoria para el Gobierno. Quería el apoyo del PSOE ante el desafío independentista, y lo ha conseguido. «No queremos subir el tono con Sánchez, si hay alguna posibilidad de que sea un político responsable en temas de Estado, vamos a darle una oportunidad y no salir en tromba contra él», advierten en La Moncloa.

A partir de ahora, Rajoy da por abierto un cauce de diálogo con el reelegido secretario general del PSOE. Cuenta con él para frenar a los secesionistas, pero también en política europea, en las negociaciones del Brexit, en Defensa y en los pactos que ya puso sobre la mesa, como el de pensiones o el de la violencia de género. Intentará un acercamiento para los nuevos Presupuestos, los de 2018, cuyo techo de gasto tiene que verse ya este mes, pero sabe que, ahí, el choque será inevitable.

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