Mayte Alcaraz

Monedero y «el niño», historia de una vendetta

Mayte Alcaraz
Madrid Actualizado: Guardar
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«El incendio entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón tiene un pirómano: Juan Carlos Monedero». Son palabras de un cargo de Podemos que, como otros dirigentes, identifican en privado la larga sombra del cofundador del partido en la guerra entre los número uno y dos de la formación morada. Veintitrés meses ha tardado Monedero en responder con fuego amigo a la expulsión, vendida como «pactada», que le obligó en abril de 2015 a abandonar la primera línea política.

Era primavera en Madrid pero invierno en Podemos. No lo podía demostrar, pero Monedero sabía que Errejón estaba exigiendo a hurtadillas su cabeza a Pablo Iglesias tras conocerse sus cobros de más de 400.000 euros por trabajos de asesoría para los Gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

Y sobre todo, tras destaparse el escándalo fiscal que le obligó a devolver 200.000 euros a Hacienda para evitar una sanción de la Agencia Tributaria.

Monedero era un símbolo pero Errejón temía que su partido se consumiera como una pira en tributo a uno de sus fundadores, pillado en renuncio. Según recuerdan en Podemos, desde que en enero se publicaran los abultados ingresos iberoamericanos de Monedero, su ya enemigo Errejón trazó un plan para alejarle de la cúpula evitando así distorsionar la campaña de las elecciones municipales que, bajo su dirección, estaba a punto de comenzar. Naturalmente, el ya exdirigente murió matando: en la charla con el líder de Podemos y amigo de Facultad en la que «acordó» su salida, realizó una enmienda a la totalidad a la gestión de Errejón, mostró su decepción con Iglesias por no imponerse y atacó lo que llamó «vorágine del aparato» o «partitocracia», en referencia al hoy portavoz parlamentario.

Con un portazo se marchó. Pero desde entonces, según apuntan las mismas fuentes, Errejón fue una obsesión para él. Las imprecaciones que le ha dedicado en estos casi dos años han ido desde la denuncia de su «infantilismo» a la extrema «frialdad» con que actúa. El objetivo de Monedero ha sido lograr que su «sacrificio» pasara factura, tarde o temprano, a su «verdugo». Por eso, relatan en el partido, solo ha tenido que dejar pasar el tiempo para que Iglesias le diera la razón. Primero, fulminando al sector errejonista en Madrid, encabezado por Sergio Pascual; y después, disparando en Vistalegre contra «el niño» de Podemos, con una bala –ya se verá si certera o no– que lleva su firma.

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