El duque de Primo de Rivera (1934-2018)

Miguel Primo de Rivera, un buen servidor de España

Consiguió que el 81 por ciento de las «Cortes franquistas» aprobase la Ley de la Reforma Política

Primo de Rivera defiende la Ley para la Reforma Política en noviembre de 1976 ABC

Adolfo Suárez Illana

Para un católico como yo, escribir la necrológica de un gran hombre y amigo tiene un inevitable sabor agridulce. La tristeza matiza la enorme alegría de saberle ya en la Casa del Padre; la alegría matiza la tristeza de entregarle a la tierra, aún llenos de esperanza.

Uno de los privilegios de ser hijo de un gran hombre es el conocer a otros, no menos grandes. Tuve el honor de tratar a Miguel Primo de Rivera desde mi más tierna infancia y poder trabar con él una amistad, independiente de la muy mayor que mantuvo con mi padre, basada en dos grandes pasiones compartidas. La política y la caza, gracias a la cual tuve oportunidad de compartir largas jornadas hablando de la primera.

Son muchas las cosas que un Suárez debe agradecer a Miguel, y todo español de bien, también. Paso casi de puntillas por su etapa al frente de la alcaldía de Jerez, pese a ser su mayor orgullo y haber sido honrado con el título de Alcalde Perpetuo y Honorario, Hijo Adoptivo y Medalla de Oro de la ciudad, dejando así constancia de que también los jerezanos pueden nacer donde quieran, incluido San Sebastián…

Jugó un papel fundamental con Torcuato Fernández Miranda para «dar al Rey lo que el Rey le había pedido»

Pero es en el Consejo del Reino y en las Cortes Generales del año 1976 donde presta algunos de los servicios más importantes de su vida a España, ayudando a que fuera posible la Concordia a través de una transición pacífica y ordenada desde la ley, de una dictadura a una democracia plena, construyendo sobre el viejo un nuevo Estado social y democrático de Derecho bajo la forma de una moderna monarquía parlamentaria. Eso, hoy tan fácil de escribir, es bueno recordar que no se había conseguido jamás.

Con Don Juan Carlos en 1949. ABC

En el Consejo del Reino del 3 de julio de 1976, que tan magistralmente presidió Torcuato Fernández Miranda, Miguel jugó un papel fundamental para que este pudiera «estar en condiciones de dar al Rey lo que el Rey le había pedido», que no era otra cosa que incluir el nombre de Adolfo Suárez González en la terna para dar inicio al plan trazado y a la Transición propiamente dicha.

Fue honrado con el título de Alcalde Perpetuo y Honorario de Jerez, Hijo Adoptivo y Medalla de Oro

Cumplido ese trámite, y planteada ya a la sociedad por Adolfo Suárez la hoja de ruta que nos llevaría hasta las elecciones de junio de 1977 en su primer discurso como presidente, quedaba un hito fundamental para poder cumplir el principal objetivo de devolver la Soberanía Nacional al pueblo español sin quebrar una sola ley: la aprobación del proyecto de Ley para la Reforma Política, cuyo borrador había sido preparado por el mismo Fernández Miranda y enriquecido con diversas aportaciones. Conseguir que aquellas «Cortes franquistas» aprobasen por más del 81 por ciento de los votos la Ley que abría las puertas a la democracia fue una inmensa obra de orfebrería política, jamás suficientemente agradecida. Ni a los que la hicieron posible, entre cuyos miembros figura con letras de oro el nombre de Miguel Primo de Rivera; ni a las propias Cortes, que, teniendo el futuro de España en sus manos, supieron entender que ese futuro no les correspondía y que debía ser una nueva generación de políticos, elegidos libremente por los españoles, quienes lo escribieran. Aquel 18 de noviembre de 1976 fue un día clave: se abría la esperanza a una Transición a la democracia con las mayores garantías posibles de llevarla a cabo en paz y con plena libertad. Es cierto que no faltaron quienes quisieron entorpecer el camino, pero el pueblo español, la clase política y el Rey a la cabeza se impusieron a base de compartir sus sueños, los sueños de todos.

Junto a los Beatles, durante el acto organizado por el Instituto Sherry en el hotel Fénix de Madrid en julio de 1965 ABC

Sirvan estas líneas para rendir homenaje en esta fecha tan señalada a un buen servidor de España. A ti, querido Miguel, y a todos los que hicisteis posible la mejor España. Gracias y un fuerte abrazo que te ruego hagas extensivo a mis padres.

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