Merkel espera oxígeno de Sánchez

La canciller espera perfilar algún acuerdo bilateral de reparto de refugiados que dé aire a su gobierno de gran coalición

Angela Merkel, en una imagen de archivo EFE

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Pocos jefes de gobierno salen inmunes de su primer paseíllo por la alfombra roja de la Cancillería de Berlín. Los españoles al menos cuentan con el apoyo psicológico de la destacada presencia en el patio de armas de una enorme escultura de Chillida que celebra la reunificación de las dos Alemanias, la única obra de arte no alemana en el edificio y un detalle de reconocimiento que ayuda a crecerse un poco ante la envergadura política europea de Merkel. Pero Merkel no es ya la que era, acosada en casa por sus propios socios conservadores bávaros, y Alemania atraviesa una c risis de valores y un bache de prestigio industrial sin precedentes desde la II Guerra Mundial, una decadencia que hasta un recién llegado como Pedro Sánchez es capaz de percibir y ante la que parece estar adoptando una posición pragmática.

Merkel espera oxígeno político de la foto de hoy con el presidente español, perfilar algún acuerdo bilateral de reparto de refugiados que permita a su gobierno de gran coalición superar el verano. Y Sánchez dará signos de apoyo a una inexistente «solución europea», que es lo mismo que seguir bailando con la novia cadáver, igual que hace Macron, a la espera de que sean otros los que la metan definitivamente en su tumba. En el eje París-Madrid-Berlín ampliable a Lisboa con el que Sánchez está de acuerdo y que promueve en su visita, el eslabón débil es Alemania.

Pero hasta que la entierren, si es que finalmente la entierran, Merkel seguirá negociando. Su prioridad es evitar la migración secundaria , la práctica generalizada de extranjeros que piden asilo en otros países de la UE con el único objetivo de llegar después a Alemania. Dada la falta de consenso a 28, la canciller necesita ir solucionándolo a parches con acuerdos bilaterales de readmisión. Además está la propuesta de los centros de concentración o portales de desembarco en suelo europeo, dado que la idea inicial de llegar a acuerdos con Libia se ha topado con complicaciones.

España y Francia están de acuerdo, pero nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato. Nadie sitúa en el mapa europeo la localización de los centros ni se pronuncia sobre su seguramente generosa financiación. Y el tercer asunto concreto que Merkel desea poner sobre la mesa es la protección de las fronteras exteriores de la UE. Austria ha hecho propuestas tan duras como desplegar su ejército en los Balcanes, Italia y Grecia para poner orden y el joven Sebastian Kurz no es alguien a quien se le pueda decir sencillamente que no, sobre todo durante su presidencia por turno, en la que espera brillar a escala europea. Por eso es necesario plantear una alternativa con resultados similares y bajo control de las potencias europeístas.

En cuanto Sánchez se pronuncie, o no, sobre estas cuestiones, todas ellas debatidas en paralelo a la reforma de Europa y al próximo marco financiero de la UE, Merkel se despedirá de Sánchez en la escalinata de la Cancillería, la puerta de salida, y regresará a toda prisa al patio de armas para recibir, ante la misma estatua de Chillida, al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk , para terminar de afinar la cumbre europea de jueves y viernes en Bruselas.

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