Juan Fernández-Miranda

El lastre Puigdemont

Torrent ha conseguido estirar los plazos un poco más, tal vez solo unas horas. Pronto, la pelota estará de nuevo en su tejado

Juan Fernández-Miranda

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Entre la espada y la pared, el señor Torrent ha sido incapaz de liberarse del fantasma del expresidente fugado. La pregunta es: ¿qué hace falta para que asuma que Carles Puigdemont no puede ser presidente de la Generalitat ? Su estrategia es estirar la legislación –en este caso el reglamento- hasta que no haya más remedio que asumir la tozuda realidad. El problema es que en Cataluña la política se ha convertido en uno de esos espejos deformados que devuelven un reflejo irreal: un independentismo que respeta la Ley, un Puigdemont en el exilio, un presidente del Parlamento libre para tomar decisiones. Nada de esto es real, pero Torrent seguirá esquivando a la tozuda realidad mientras exista un resquicio, por mínimo que sea en la legislación.

La buena noticia es que del mismo modo que Torrent no se atreve aún a plantar cara a Puigdemont tampoco está vulnerando abiertamente la Ley , ni las resoluciones del Tribunal Constitucional. Esto se debe principalmente al recurso presentado por el Gobierno y a las medidas cautelares dictadas por el tribunal. Tan sólo hace cuatro meses que la mesa del Parlament que presidía Carme Forcadell no dudó en violentar la legalidad vigente, incluidas las resoluciones del TC, hasta el punto de elaborar una legalidad paralela. Lo que ocurrió después todos lo sabemos, y parece obvio que Torrent no quiere oír ni hablar de Estremera y Soto del Real. Esa es, insisto, la buena noticia.

El día que Torrent suelte el lastre - y tire al río la pesada mochila Puigdemont - la política catalana podrá echar a andar y circular, con más o menos desafíos, y con más o menos desvaríos, por la senda constitucional. El plazo para convocar el pleno de investidura acaba formalmente mañana, día 31 de enero; y el Constitucional se reúne hoy para estudiar las alegaciones presentadas por los independentistas y el propio Puigdemont a la prohibición de una investidura a distancia. De momento, Torrent ha conseguido estirar los plazos un poco más, tal vez solo unas horas. Pronto, la pelota estará de nuevo en su tejado. Será entonces cuando tenga una una nueva oportunidad de lanzar la mochila al río.

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