«Artur Mas es el único que puede solucionarlo»

El «establishment» catalán desea su regreso tras vencer su inhabilitación el día 23

Mas, en un acto en 2015 Efe
Salvador Sostres

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Artur Mas es su perfil discreto y mediocre y aquello para lo que los hijos de Jordi Pujol lo han utilizado. Este mes expira su inhabilitación y ha abierto un tiempo de reflexión para decidir si se busca un sueldo de 150.000 euros o regresa a la política. Dice: «No tengo ganas de volver, pero si me aprietan mucho tendré que hacer algo». Se ha pasado la inhabilitación almorzando «de primero una ensalada de lo que tenga y de segundo cualquier cosa a la plancha». Es su dieta, su personalidad, su carácter. Para entender su trayectoria hay que remontarse a 1980 y a Juan Piqué Vidal, la mente más brillante y corrupta de la Cataluña de los 80.

Lluís Prenafeta salvó a Pujol de ser procesado por Banca Catalana gracias a él. El impuesto revolucionario que políticos y jueces cobraban a cualquiera que quisiera trabajar en la administración o que no deseara verse de repente en prisión preventiva también era Juan Piqué quien decía cómo se pagaba. Era una clamorosa forma de corrupción pero estaban claros los interlocutores y era posible hacer negocios.

En Cataluña nunca ha sido tierra de casualidades. Messi , Dalí, Ferran Adrià y pare usted de contar. Para todo lo demás, Juan Piqué Vidal, hoy retirado a sus 87 años. No fue casualidad que por orden de Pujol, Prenafeta acogiera a Artur Mas en la empresa Tippel , liderada por Isidor Prenafeta, hermano de Lluís. Acabó resultando una de las quiebras más sonadas de la época. No fue casualidad que apenas salieran noticias al respecto ni que a Isidor le ofrecieran olvido a cambio de silencio y que se fuera a vivir a Palma de Mallorca. De fondo, Piqué Vidal. A medias protegía a Isidor en Palma y a medias le recordaba lo que le pasaría si hablaba; pero a quien de verdad quería proteger, porque éste era negocio, era a su hermano, que a su vez protegía a Mas porque se lo había pedido el entonces president. Los hijos de Pujol fueron los «empresarios jefes» de Cataluña y los demás empresarios se distribuyeron a su alrededor en círculos concéntricos. No todos los empresarios, claro. Pero sí los que querían trabajar con la administración y contar con el favor de un presidente agradecido.

Pujol tensaba, siempre hasta un punto, la cuerda con el Estado. Sus hijos hacían su agosto, los empresarios sus negocios, y la turba enjuagaba con la senyera sus frustraciones, veneraba a sus líderes y veían cualquier investigación sobre su corrupción como un ataque a Cataluña – «nos han hecho una jugada indigna, de ahora en adelante de ética hablaremos nosotros, y no ellos» , tuvo el arrojo de clamar Pujol tras haberse librado de ser procesado por Banca Catalana, gracias a que Piqué sobornó a los jueces que decidían si le procesaban.

Y fueron sus quienes eligieron a Mas para que el carrusel no dejara de girar. No se fiaban de Duran i Lleida porque tenía agenda propia. A David Madí le encargaron que llenara al futuro candidato de contenido nacionalista, y a Prenafeta que le enseñara las normas. La jugada empezó saliendo mal porque el tripartito ganó, pero cuando en 2010 Mas llegó al poder, hizo como Pujol: engrasó la maquinaria y disimuló agitando la senyera . Sin la inteligencia de su mentor, en 2012 se dejó convencer por los entonces secretario general de la Presidencia, Quico Homs, y director de La Vanguardia, José Antich, para adelantar las elecciones con la intención de ganar los 6 diputados que le faltaban para la mayoría absoluta, y perdió 12 y quedó su presidencia en manos de Oriol Junqueras.

Lo que tenía que ser la habitual tensión con el Gobierno, para distraer la atención y conseguir prebendas, desembocó en la consulta del 9N. Empresarios y banqueros creen que la situación se le escapó de las manos, pero no por él sino porque Junqueras tenía demasiado poder y era independentista de verdad. Aún hoy le ven –a Mas– como «el único que puede arreglarlo». Un empresario de su entorno hace la siguiente reflexión: «se ha hecho mucha comedia hablando de los empresarios independentistas que apoyaban a Mas para la libertad de Cataluña. ¿Empresarios independentistas? ¿Carulla es independentista con su negocio en Irlanda para pagar menos impuestos? ¿Grífols es independentista con su negocio en los América? Los empresarios no quieren la independencia. Quieren negocio, le pagan al que hay y le dicen lo que quiere oír. Hace unos años, Carulla era muy amigo de Felipe González. Y así».

Lo que empresarios y banqueros le piden a Mas es que arregle su propia embarrada, porque aunque han intentado confiar en Aragonès y reconocen que es un buen gestor, no le acaban de tomar en serio ni se atreven a confiarle la profundidad de sus secretos. Prefieren a Mas, que sabe cómo funciona el tinglado, el rol de cada cual y su perfil aburrido y poco comprometido es mejor para volver a un manejo razonable de la tensión con el Gobierno. «Los independentistas», afirma un conocido banquero, «han fracasado y ahora necesitan alguien que canalice su frustración sin hacerles sentir unos idiotas. Lo que hizo el PNV con Urkullu una vez finiquitado el plan Ibarretxe es lo que tiene que hacer Mas con el independentismo una vez constatado que no es mayoritario y carece de la fuerza y la audacia para lo que pretende, y además muy pocos están dispuestos a pagar el precio porque en España se vive muy bien, Si Puigdemont está en Bélgica y Junqueras en la cárcel es por accidente : los dos querían elecciones, pero se pasaron de listos y no lo son demasiado».

Mas se lo está pensando. Tendrá el apoyo de banqueros y empresarios y las puertas abiertas de La Moncloa para pactar lo que convenga. Por su carácter, preferiría cualquier cosa a la plancha, pero hay demasiadas comisiones que dependen de que «uno de los nuestros» vuelva a blanquearlas.

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