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Críticas a Sánchez en el PSOE por su «equidistancia» entre Rajoy y Mas

«No podemos poner al presidente del Gobierno a la misma altura que un señor que quiere la independencia», señala un exmiembro de la dirección

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Destacados cuadros del PSOE empiezan a mostrar inquietud por la «equidistancia» que exhibe Pedro Sánchez entre Mariano Rajoy y Artur Mas a solo una semana de las elecciones catalanas. El «día después» del 27-S, razonan diversas fuentes del partido, hará inevitable un acuerdo de mínimos con el PP, para hacer frente al desafío soberanista, «y nos pillará a nosotros y a ellos con el pie cambiado», se lamenta a ABC uno de los consultados, alarmado por el grado de enfrentamiento de los dos partidos.

Todos en el PSOE entienden el argumento oficial de que a Sánchez no le quedaba más remedio que «volcarse» con el PSC en sus horas más difíciles, porque así se lo ha pedido Miquel Iceta para sacar de su tradicional abstención en comicios autonómicos al votante socialista catalán; de hecho, la campaña se inició el viernes con un vídeo del secretario general y todos los barones animando a votar, preludio de los mítines que van a protagonizar algunos de ellos, como Susana Díaz, Francina Armengol o Ximo Puig.

Pero una cosa es eso, dicen, y otra seguir continuamente con el «mantra» de que Rajoy tiene la misma culpa que el presidente de la Generalitat en lo que está pasando.

«Sinceramente», dijo ayer a este periódico un destacado exmiembro de la dirección de Alfredo Pérez Rubalcaba, «por muy pusilánime que nos parezca Rajoy, que lo es, no podemos ponerle a la misma altura que un señor (Mas) que anuncia que se va a saltar la Constitución para declarar la independencia de Cataluña». Otros opinan que el problema surge por la «excesiva» visibilidad de Sánchez en campaña, la cual le obliga a hablar un día si y otro también y elevar el listón.

Nunca antes un secretario general se había implicado tanto en unos comicios autonómicos -ayer el PSC anunció tres días más, en total 10 estará Sánchez en campaña frente a los cinco de Rajoy y Pablo Iglesias- y hay quien piensa que si la derrota del socialismo catalán el 27-S es abultada, la «factura» la va a pagar Sánchez a solo dos meses de las elecciones generales. «No nos engañemos», replicaba ayer uno de los fieles al secretario general en el Grupo Socialista, «a Pedro la factura se la van a pasar igual sus adversarios, vaya diez o tres veces». «Y no tenemos margen porque nos jugamos mucho, el PSOE como partido y España como modelo de convivencia», insiste esta fuente.

Sánchez hace oídos sordos a las críticas a su discurso. Ayer en el discurso ante el Grupo Socialista abierto a los medios felicitó a los diputados del PSC por su trabajo y estos, a puerta cerrada, pidieron a sus compañeros de otras provincias que se impliquen todo lo que puedan en la campaña para intentar dar la vuelta a unas encuestas que, en el mejor de los casos, pronostican que el partido va a bajar de los actuales 20 escaños a 16 en el próximo Parlamento Catalán. Eso sí, en la cita no se escuchó esa crítica que algunos hacen en privado a la equidistancia de Sánchez.

González ya le avisó

El líder del PSOE ha ampliado su agenda en Cataluña para coincidir el día 23 en Hospitalet de Llobregat con Felipe González en el único mitin que el expresidente del Gobierno va a ofrecer en estos comicios. González, que tiene mucho tirón entre el tradicional votante socialista catalán, es, de momento, el único que se ha atrevido a sugerir a su sucesor que cambie el chip. Publicó hace dos semanas semanas en «El País» un artículo titulado: «A los catalanes», el cual concluía con la siguiente reflexión: «No estoy de acuerdo con el inmovilismo del Gobierno de la nación, cerrado al diálogo y a la reforma, ni con los recursos innecesarios ante el Tribunal Constitucional. Pero esta convicción (...) no me puede llevar a una posición de equidistancia entre los que se atienen a la ley y los que tratan de romperla». Desde la actual Dirección se cree que aliarse con el PP antes del 27-S sería el abrazo del oso, y además Sánchez todavía supura por la herida de una reforma del Tribunal Constitucional que no le fue consultada previamente.

Rajoy, un «mentiroso»

Ayer, ante el Grupo Socialista, Pedro Sánchez, recalcó la idea de que el presidente del Gobierno se ha saltado el consenso constitucional de los dos grandes partidos y acusó al presidente del Gobierno de «mentir» cuando dijo que el PP había informado previamente al PSOE de esa reforma del TC: «A mí no me llamó». Y siguió insistiendo en que «lo que no es una solución política» al desafío catalán es «el no de Rajoy y de Mas».

«La solución política de verdad es la del PSOE, que dice sí a la reforma constitucional, a la España federal, a la igualdad entre españoles, a la unión de los pueblos de España y al reconocimiento de singularidades de territorios como el catalán», insistió Sánchez, quien precisó que, en su proyecto, «singularidad no es desigualdad». En todo momento, aludió a las semejanzas que ve entre el presidente del Gobierno y el de la Generalitat de Cataluña, que no solo se ciñen al caos territorial que han provocado. El líder del PSOE subrayó que los dos «se han puesto de acuerdo en apoyar la reforma laboral, la amnistía fiscal, los recortes antisociales» y comparten «tramas de corrupción que afectan a sus tesoreros, que dan las mismas excusas».

Un tono muy diferente al que empleó en Sevilla la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en su vuelta al trabajo tras la baja maternal. O al que han empleado otros dirigentes como Ximo Puig o los presidentes de Extremadura y Castilla-La Mancha. Tras señalar que no le «gusta» la reforma del TC, Díaz sí ha dicho que espera que la crisis de Cataluña se resuelva «sin dividir, sino sumando, sin confrontar, uniendo».

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