La líder de UPyD, Rosa Díez, junto a su número dos en el Congreso de los Diputados, Carlos Gorriarán
La líder de UPyD, Rosa Díez, junto a su número dos en el Congreso de los Diputados, Carlos Gorriarán - efe
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Rosa Díez se va pidiendo perdón y elogiando «a los guerreros que son fieles a su pueblo»

La líder atribuye a UPyD «la verdadera revolución» de la política en España y reivindica el «orgullo» y la «grandeza» de su partido, libre y autónomo de Ciudadanos. Herzog o Lozano serán hoy su relevo

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«Dios salve a los guerreros que son fieles a su pueblo». Es la frase con la que Rosa Díez ha cerrado este mediodía su último discurso como líder de UPyD, un mensaje de alto simbolismo indirectamente dirigido a poner en valor la candidatura continuista de Andrés Herzog frente a la de la diputada Irene Lozano, que reclama la apertura del partido a alianzas con otras formaciones. A la misma vez que se producen las votaciones que decidirán entre ambos, Díez se pronunciaba así a favor de una de las corrientes entre los sonoros y larguísimos aplausos de los militantes reunidos en el salón de columnas del madrileño Círculo de Lectores, ante los que a partir de las 17,30 horas será proclamado provisionalmente el vencedor.

Para la ocasión, la todavía portavoz de UPyD ha hablado a los afiliados en un tono pomposamente solemne, por momentos quebrado por la emoción, que ha envuelto su mensaje de «orgullo» por lo logrado desde que el partido se fundó en 2007 y al que ha identificado como protagonista de «la verdadera revolución» que ha experimentado la política en España. Lo ha hecho repasando el difícil camino de entrega generosa de sus militantes, los momentos de falta de recursos para seguir adelante, e incluso pidiendo disculpas. «Si alguna vez os he ofendido de palabra o de hechos, os pido perdón», ha proclamado Rosa Díez frente a un auditorio que en las horas anteriores ha tenido oportunidad de escuchar a 30 de los 90 miembros de UPyD que habían solicitado intervenir –elegidos por sorteo-, pero no a los candidatos, que no han dispuesto de turno.

En este congreso de UPyD, convocado de forma extraordinaria tras las debacles en las elecciones andaluzas y municipales, se juega la supervivencia de un partido dividido entre el sector encabezado por Herzog que apuesta por la pureza y la «independencia» de las siglas y el que lidera Irene Lozano, partidaria de abrir la vía de la flexibilidad para confluir con otros, singularmente Ciudadanos. La brecha, el conflicto, ha estado presente en muchas de las alocuciones de los afiliados, uno de los cuales ha confesado sentir «miedo» ante la fractura que puede producirse mañana. «Sea el resultado que sea, casi como Grecia, vamos a perder», ha advertido tras lamentar que «las candidaturas no se llevan tan bien como debieran». Respecto a ello, de nuevo, Rosa Díez ha sido clara: «Nosotros decimos no a la comodidad, si a la grandeza de todo o que hemos conseguido, lo que hemos hecho y lo que podemos hacer. Nosotros decimos sí a la limpieza, nosotros decimos sí a la esperanza».

Han prevalecido, en todo caso, los llamamientos a la unidad, a la integración –imposible en el Consejo de dirección que se elige hoy, puesto que son listas completas y cerradas- y a UPyD, acrónimo que la militancia utiliza en sí mismo como paradigma de partido necesario y único en las formas y el fondo dentro del espectro político.

Rosa Díez se ha negado a despedirse. Lo ha subrayado una docena de veces, aunque la realidad es que no ocupará ningún cargo en la formación, siquiera honorífico. «No vine solo para decirte, aunque también, que no volveré nunca y que nunca podré olvidarte», ha concluido citando a José Hierro.

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