Pedro Sánchez ha sido proclamado candidato del PSOE en el teatro Circo Price
Pedro Sánchez ha sido proclamado candidato del PSOE en el teatro Circo Price - afp

El PSOE se encomienda a Sánchez y a sus alianzas con Podemos

El líder socialista inicia su carrera a La Moncloa, marcada por la duda del pacto. «Me comprometo a erradicar el paro y la corrupción», ha dicho

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«Si pactamos con el PP, malo para el PSOE; y si pactamos con Podemos, malo para España». Esta frase se la atribuyen diversos dirigentes socialistas a un Alfredo Pérez Rubalcaba más activo que nunca en la sombra porque teme que su partido se vaya por el sumidero de un izquierdismo impostado. De momento, él fue quien convenció a Pedro Sánchez de que el PSOE no debía contaminarse entrando en los gobiernos municipales de Podemos y las plataformas de izquierda; para desesperación de un Antonio Miguel Carmona y otros que ven como el gran escaparate que es Madrid engorda el discurso de Mariano Rajoy sobre el desastre «bolivariano» en que los socialistas están metiendo a España. Letal para el votante de centro-izquierda tradicional.

«Primum vivere», debió de pensar un Sánchez (43 años) convencido de que el dilema de Rubalcaba, de momento, solo tiene una respuesta: «Dar salida al deseo de cambio de la gente; si no, hoy estamos muertos», reflexiona uno de los colaboradores del secretario general. ¿Significa eso que Sánchez piensa pactar programáticamente con Podemos para llegar a la Presidencia del Gobierno? No, según esta fuente... pero ha ganado tiempo y poder, mucho poder autonómico (ocho gobiernos) y municipal.

El Comité Federal del PSOE ha proclamado este domingo a Pedro Sánchez, próximo candidato de los socialistas a la Presidencia del Gobierno. Sánchez encabezará la lista del PSOE a las próximas elecciones generales sin necesidad de someterse a las primarias abiertas que se habían convocado para el 26 de julio, dado que ningún aspirante logró recabar los avales necesarios para disputarle en una votación este puesto. El máximo órgano del PSOE entre congresos ha nombrado formalmente candidato al líder de los socialistas a la Presidencia del Gobierno en el teatro Circo Price en loor de multitudes (2.000 invitados).

«Con humildad y con devoción acepto», ha dicho Sánchez al inicio de su primer discurso como candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno en el que se ha comprometido a «erradicar el paro y la corrupción». Entre el público están los barones del PSOE, el exsecretario general Alfredo Pérez Rubalcaba, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y el exvicepresidente Alfonso Guerra. Felipe González no ha podido acudir por motivos de agenda.

Está por ver que sobreviva al «abrazo del oso» de Pablo Iglesias, pero de momento ha logrado lo que se propuso: ser el cartel electoral del PSOE a La Moncloa. Justo hace un año era un «fontanero» absolutamente desconocido en su partido. Pedro Sánchez nunca se desvió de su objetivo, simplemente se limitó a esperar agazapado para entrar por la rendija política oportuna. Y la encontró tras la estrepitosa derrota de las elecciones europeas, cuando Susana Díaz dijo «no» a los barones que la presionaban para entronizarla secretaria general en un congreso a la búlgara. Les dio largas poniendo como condición previa para aceptar la Secretaría General del PSOE ser entronizada por los mil delegados de un congreso, a la vieja usanza, y se lo aceptaron. Nada de unas primarias en las que nunca ha creído. Le parecen «una americanada».

Eduardo Madina, consciente de que esa era la «bala de plata» contra su vieja rival en las Juventudes Socialistas, no dudó en utilizarla: exigió formalmente primarias y Rubalcaba accedió. Una y otros acababan de proporcionar a Sánchez la rendija política que necesitaba.

Ascenso meteórico

El resto, su ascenso meteórico, lo facilitó el rechazo al vasco y a Rubalcaba del que hicieron gala Díaz y los barones en su apoyo a un desconocido Pedro Sánchez; eso y la frescura del apuesto diputado madrileño que iba recorriéndose en un todoterreno cientos de agrupaciones socialistas repartidas por toda España. El idilio de Sánchez con sus apoyos de conveniencia terminó el 13 de julio de 2014, cuando ganó la secretaría general. Y empezó el calvario.

Madina suele explicar en privado que todo lo malo que le ha ocurrido a Sánchez viene determinado porque «aceptó una victoria que no era suya». Dicho de otra manera: Sánchez no ganó, Díaz y los barones le «ganaron» la secretaría general para derrotarle a él y poner a Sánchez a guardarle el puesto a ella. Y aunque el argumento denote despecho por parte de Madina, en política, lo que parece es... y lo pareció mucho.

La presidenta andaluza y quienes más la secundaron en todo el proceso, el valenciano Ximo Puig, el castellano-manchego, Emiliano García-Page, y el defenestrado secretario general del PSM, Tomás Gómez, enseguida torcieron el gesto. No les gustó nada ver cómo, desde un primer momento, Pedro Sánchez se dedicaba a promocionar su candidatura a La Moncloa. Eso no es lo pactado, se dicen entonces, y comienzan a segarle la hierba bajo los pies. Susana Díaz concede entrevistas a los cien días de elegido el nuevo sectetario general y dice aquello de que ella le apoya como secretario general.

Pero Sánchez le sale respondón. Tiene claro que él ha hecho todo ese camino para optar a La Moncloa, siente que los más de 62.000 votos logrados en julio son suyos, no de Díaz, y replica que quien quiera presentarse contra él en las primarias para elegir candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, el 26 de julio puede hacerlo. Entonces ocurre algo con lo que no contaba: se cruzan en su camino los expresidentes González y Zapatero. El primero confía a Susana Díaz durante una de las visitas de la presidenta andaluza a su finca extremeña que el PSOE «está peor que en 1979» por la amenaza de «sorpasso» de Podemos. Y Zapatero se enfrenta abiertamente al nuevo líder por abjurar de la reforma del artículo 135 de la Constitución para anteponer el pago de la deuda.

Es ya finales de 2014. Nadie da un euro por que Sánchez llegue «vivo». Y arranca 2015 con el adelanto electoral en Andalucía para el 22 de marzo. Nadie, ni dentro ni fuera del PSOE, cree a la presidenta de la Junta su argumento de que lo hace para ganar estabilidad. Todos intuyen que quiere dejar «atado» el Gobierno andaluz para dar el salto a Madrid. Y entonces ocurre un golpe inédito, no por inesperado.

El 11 de febrero, Pedro Sánchez destituye al secretario general del PSM, Tomás Gómez, gran aliado de Díaz para el supuesto «día después» de la derrota de Pedro Sánchez en las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo, y el PSOE queda conmocionado. Díaz, al conocer sus intenciones, ordena a todos los cuadros andaluces que forman parte de la Ejecutiva Federal, que no vayan a esa sesión, y públicamente se abstiene de respaldar al secretario general; lo mismo hace el valenciano Ximo Puig.

Incertidumbre

A Díaz empieza a complicársele el panorama. Sánchez y su «núcleo duro», el secretario de Organización, César Luena, y el portavoz parlamentario, Antonio Hernando, saben que Madina no se va a presentar porque así se lo ha transmitido, pero creen que, por más que Felipe González no ceje en mandarle mensajes para que sea «leal» con el secretario general, Díaz sigue rumiando presentar a alguien de su confianza. Ella ya ha dicho que va a estar en Andalucía, pero sigue sin apoyar a Sánchez para respetar su «neutralidad» y eso hace que Ferraz siga con la mosca detrás de la oreja. De ahí la dura respuesta del líder socialista a Carme Chacón cuando la exministra declara a ABC, el 8 de marzo, que ella no es «tapada» de Díaz y que todavía no se descarta.

Fuentes próximas a Sánchez reconocen que solo ven el peligro conjurado el 22 de marzo, noche electoral andaluza, cuando ven que Díaz va a necesitar a Podemos y Ciudadanos para ser investida. En ese momento son conscientes ya de que el camino está despejado y comienzan a preparar lo que hoy va a tener su colofón en un acto ante un millar de personas en el Circo Price; es más, la Dirección Federal sostiene que los 27.249 avales recogidos en las federaciones para Pedro Sánchez candidato no han sido muchos más porque no se ha querido hacer una «demostración de fuerza». Hubiera sido interpretado, dicen, como manifestación de debilidad frente a una Susana Díaz que ha anunciado que hoy también estará presente en el Price.

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