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Imágenes captadas con la cámara térmica de la frontera de Melilla - ABC

Los «ojos» que vigilan la frontera de Melilla: «Esto que vemos es una invasión»

El «Centinela», equipo con cámara térmica, es el penúltimo freno cuando hileras humanas avanzan hacia la valla

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El «Centinela», una furgoneta Nissan equipada con una potente cámara térmica, es el ojo más sensible de Melilla. Barre la ciudad y varios kilómetros alrededor en la oscuridad desde la Cuesta de la Peseta, el punto más alto. El guardia que la maneja mueve el objetivo y acerca y aleja el zoom en busca de cualquier movimiento. La noche es sinónimo de pasaporte a España para miles de sueños africanos; de peligro para los agentes que custodian la frontera.

La cámara es tan sensible que capta las hogueras encendidas en los campamentos de los inmigrantes diseminados al otro lado; los movimientos sigilosos de gatos y jabalíes y cuando se prepara un salto masivo las hileras de bultos blancos corriendo empiezan a desfilar por la pantalla como una legión de fantasmas o aparecidos

. Los audios instalados en el mismo «Centinela» atruenan: «¡Que se levante todo el mundo. Esto es una invasión!», se oye a un guardia. Quienes lidian en esa frontera ya casi no sienten estupor. «Cuando se cuelan en grupos tan masivos es que han fallado todos los demás medios que pone Marruecos», explica un oficial. Y eso incluye zanjas, espinos, fuerzas auxiliares...

«En cuanto los vemos aproximarse, avisamos al Centro de coordinación y a los marroquíes. Los compañeros que están de servicio en la valla (patrullas móviles y fijas) hacen señales a los agentes alauís, a veces con linternas e incluso a gritos, porque lo más efectivo es lo más rápido. Si es necesario, sale el helicóptero para iluminar zonas», detalla el guardia. Pero el «ojo nocturno» de la Comandancia, ahora en reparación fuera de España por el estrés al que ha estado sometido, y sus cámaras auxiliares bautizadas como «Sophie», repartidas por el perímetro y en las torretas, no son suficientes.

El bosque cubre de sombra varios puntos y esas zonas negras las conocen a la perfección los candidatos al salto. Pese a la desesperación, no hay azar, sino planificación, sostienen fuentes de la Guardia Civil. Cada dos horas, dos agentes se relevan al mando del «Centinela», con los ojos enrojecidos de fijarlos en la pantalla y la oscuridad. «Aquí una distracción puede salir muy cara. Que se te echen encima y no haya tiempo de reacción».

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