Elecciones - Catalanas

La contracrónica: Tapad a Mas con cachemir

«Barcelona queda todavía más lejos de Madrid que Cartagena de Murcia cuando se les ocurrió poner allí el parlamento regional para contentar a todos»

Pedro Sánchez prometió el domingo trasladar el Senado a Barcelona
Pedro Sánchez prometió el domingo trasladar el Senado a Barcelona - efe

Pedro Sánchez quiere trasladar a Barcelona el Senado de su Estado Federal, que lo dijo ayer en Gavá vestido igual que Rajoy y Rivera (los tres son tan parecidos que coincidieron el domingo con camisa blanca y chaqueta gris clara). Una cosa semejante no se le ha ocurrido ni al Pequeño Nicolás en su maligno plan (muajajajá) para acabar con la Cámara Alta. Barcelona queda todavía más lejos de Madrid que Cartagena de Murcia cuando se les ocurrió poner allí el parlamento regional para contentar a todos en uno de esos chalaneos autonómicos. Esta digresión me viene a la cabeza porque no había oído hablar tanto de murcianos como en esta campaña catalana.

La ocurrencia del Senado en Barcelona no viene en ‘El llibre de les meravelles’, obra con fotomontajes que juega con hipotética república catalana. Utopía para unos, distopía para otros. En ese futuro, Mas se presenta en la ONU con un «Ja sóc aquí», Albert Pla gana Eurovisión, el Banco Central Europeo emite billetes de 500 euros con la cara de Jacinto Verdaguer y, según su autor, Victor Colomer, se confirma que «Jesús era catalán y consagró el pan con tomate y vino en porrón». A Romeva y Forcadell les ha hecho mucha gracia. Aunque no parece que Romeva tenga mucho sentido del humor. En el debate del sábado en La Sexta, y tras la intervención de otro, Ana Pastor se dirigió a él con un «¿Contesta o pasa palabra?». Y se puso como una hidra con gafas amarillas. Aunque el mejor momento fue cuando Albiol, con todo lo grande que es, se quejó a la señorita de que Arrimadas tenía el móvil en el plató (es como el Quico de ‘El chavo del ocho’ con la altura del profesor Jirafales).

A la gallineta de Lluis Llach tampoco le han sentado muy bien los sondeos publicados ayer: «Las encuestas quieren desmovilizar a los independientes». Carme Forcadell, número 2 de Junts pel sí, ha llamado a movilizar el voto femenino porque «existe el doble de mujeres indecisas que de hombres». Como si tener más dudas que certezas no fuera una virtud. Femenina o no.

Pablo Iglesias criticó el giro antisistema de Mas, que ahora, tras la amenaza, está en contra de los bancos. «Cualquier día lo sacan en ‘Polònia’ con una cresta verde porque se nos hace punki». Iglesias no está al tanto de ‘Polònia’, programa satírico de televisión que volvió el jueves (en un momento político complicado, porque es difícil ser más gracioso que la realidad). En la mejor pieza, Artur Mas estaba desesperado con los pulgosos de su lista. Tenía una reunión con Junqueras, Romeva, Forcadell o Lluis Llach y cuando se van le da un paparajote. «¡Necesito mi dosis de burgués!». Quico Homs le echaba encima un jersey de cachemir y le hacía respirar aire de Pedralbes. Y eso que todavía no ha tenido que pactar con la CUP. Ayer en ‘Ara’ se escandalizaba porque sus condiciones las considera poco democráticas (Antonio Baños había señalado que para su apoyo debía notarse poco «la mano de CDC»). En un sketch de ‘Polònia’ también se habría escandalizado por el chaleco de Baños.

Miquel Iceta, la mascota de la campaña, ha puesto la chispa. La puso en la Fiesta de la Rosa. Estaba hasta Montilla, que es como llevar a Antoñita Moreno. Y Borrell («Yo cada noche me voy a dormir con Borrell. Con su libro», dijo Iceta). También que los socialistas no quieren escoger entre Cataluña y España, «entre Miró y Velázquez». Hombre, entre Miró y Velázquez escojo yo hasta siendo mujer indecisa. Que no es la decisión de Sophie. Ni de Montserrat.

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