Donald Trump, durante el reciente debate con Hillary Clinton en Las Vegas
Donald Trump, durante el reciente debate con Hillary Clinton en Las Vegas - Afp

Aceptar la derrota electoral, otra larga tradición que Donald Trump amenaza con liquidar

Estados Unidos presume de traspasos de poder modélicos, en los que el candidato perdedor reconoce la victoria de su rival, pero el actual aspirante republicano no garantiza que en esta ocasión vaya a ser así

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Donald Trump volvió a romper moldes en su último duelo televisivo con Hillary Clinton. En el enésimo desafío del candidato republicano a los usos y costumbres de la democracia estadounidense, esta vez amenazó con quebrar la asentada tradición de los candidatos a presidente de facilitar un traspaso de poderes pacífico. En el caso de los perdedores, en concreto, es habitual un discurso de aceptación de la victoria del ganador que Trump, sembrando dudas sobre la limpieza de los comicios, parece reacio a pronunciar si resulta derrotado.

Después de que el candidato de los republicanos cuestionase que se permitiera a Clinton presentarse a las elecciones «por lo que hizo con los emails y otras muchas cosas», el propio moderador del debate del pasado miércoles en Las Vegas, Chris Wallace recordó que «hay una tradición en este país -de hecho, uno de los orgullos de este país-, que es la pacífica transición de poder y, por muy duro que se haya peleado durante la campaña, al final el perdedor reconoce al ganador».

A continuación, aclarando que no prejuzgaba si Trump iba a ganar o a perder, el periodista le preguntó si no se comprometía con el principio de que el perdedor reconozca al vencedor y que el país aúne esfuerzos por el bien común. «Lo que estoy diciendo es que se lo diré en su momento. Le mantendré en suspense, ¿ok?», respondió el magnate neoyorquino.

La aceptación de la victoria del oponente se escenifica en Estados Unidos en lo que se conoce como «concession speech», literalmente «discurso de concesión». Uno de los más famosos es el que ofreció el candidato demócrata Al Gore tras perder la carrera por la Casa Blanca de 2000 ante el republicano George W. Bush. En aquella ocasión, el resultado electoral estuvo pendiente durante 36 días del polémico recuento de papeletas en el estado de Florida, donde estaban en juego 25 votos electorales que debían inclinar la balanza. En los medios se dio por ganador a uno y a otro, pero finalmente el Tribunal Supremo de EE.UU. detuvo un proceso de revisión manual que amenazaba con eternizarse y otorgó la victoria a Bush en Florida por un estrecho margen de 537 votos.

«Acabo de felicitar a George Bush y le he prometido que estav vez no le volvería a llamar»
Al Gore , tras las elecciones en 2000

Para zanjar esa larga batalla en «el estado del sol», en la cual Gore había telefoneado primero a Bush para felicitarle y luego para retractarse, aseguró con humor en su intervención: «Hace unos momentos acabo de hablar con George W. Bush y le he felicitado por convertirse en el 43º presidente de los Estados Unidos, y le he prometido que esta vez no le volvería a llamar». A pesar de la ajustada derrota sufrida, Al Gore acabó aceptando la «irrevocabilidad» del resultado definitivo. «Ahora el Tribunal Supremo de EE.UU. ha hablado. No deja duda. Aunque estoy en discrepo ampliamente con la postura del Tribunal, la acepto», aseguró con resignación.

Ocho años después, el republicano John McCain salió derrotado por el demócrata Barack Obama, al que dedicó elegantes palabras de reconocimiento tras felicitarle por teléfono. «En una disputa tan larga y difícil como ha sido esta campaña, solo su éxito ya merece mi respeto por su capacidad y perserverancia», admitió tras lo que él mismo calificó como «una elección histórica». McCain –que ahora precisamente mantiene un agrio enfrentamiento con Donald Trump- expresó también su profunda admiración por Obama al «inspirar a tantos millones de americanos que habían creído equivocadamente que tenían poco en juego o poca influencia en la elección» del presidente.

«Urjo a los americanos que me han apoyado a felicitar a Obma y a ofrecer a nuestro próximo presidente buena voluntad para unir fuerzas»
John McCain , en 2008

Pese a reconocer las diferencias que les separaban, se comprometió a hacer todo lo que estuviera en su poder para ayudar a liderar al país a través de las numerosas dificultadas que afrontaba. «Urjo a los americanos que me han apoyado no solo a felicitarle, sino a ofrecer a nuestro próximo presidente la buena voluntad y firme esfuerzo para unir fuerzas» y «ayudar a restaurar nuestra prosperidad, defender nuestra seguridad en un mundo peligroso y dejar a nuestros hijos y nietos un país mejor y más fuerte que el que nosotros hemos heredado», señaló. «Por encima de nuestras diferencias –resumió-, todos somos americanos».

En las elecciones siguientes, en 2012, Obama se volvió a imponer a su rival republicano, en este caso Mitt Romney, también enemistado en la actualidad con Trump. «Este es un tiempo de grandes retos para América, y rezo para que el presidente tenga éxito al guiar a nuestra nación», dijo en su concession speech. Según el aspirante derrotado, los estadounidenses esperaban de demócratas y republicanos que pusieran «a las personas antes que la política». «Habría querido ser capaz de cumplir vuestras esperanzas de liderar al país en una dirección diferente, pero la nación ha escogido a otro líder», explicó a sus seguidores.

Un traspaso de papeles ordenado

La sucesión de 44 presidentes a lo largo de más de dos siglos de democracia ininterrumpida ha engrasado los mecanismos para que el mandatario saliente traspase los papeles sin sobresaltos al siguiente inquilino de la Casa Blanca. Barack Obama, que por la vigésimo segunda enmienda constitucional no puede aspirar a un tercer mandato, aprobó ya el pasado mayo una orden ejecutiva para garantizar una transición ordenada al próximo presidente. Esta norma aplica lo estipulado en la Ley de Transición Presidencial de 1963, que avisa de que una interrupción en la transferencia del poder ejecutivo podría causar «resultados perjudiciales para la seguridad y el bienestar de los Estados Unidos y su pueblo».

En su orden, Obama indica que la transición de poder pacífica es desde hace tiempo «una seña de identidad» de la democracia del país, por lo que la política de Estados Unidos es realizar «todos los esfuerzos posibles para asegurar que las transiciones presidenciales se coordinen bien y sean efectivas», al margen de la pertenencia a distintos partido.

A este fin crea un Consejo de Coordinación de la Transición en la Casa Blanca, en el que se integran responsables de distintas áreas de gobierno y de personal de la sede presidencial que deberán preparar el terreno para el 45º ocupante del Despacho Oval. Si será Donald Trump o Hillary Clinton se sabrá a partir del 8 de noviembre.

Ver los comentarios