Tú a Madrid y yo a California: el trueque, alternativa al alquiler turístico

El intercambio de casas, sin impuestos ni complicaciones legales, crece a ritmo de un 30% anual

El 80% de los usuarios de estos intercambios inmobilarios son familias ABC

CHARO BARROSO

La economía colaborativa se ha disparado con el poder de la tecnología. Y ni el turismo ni el sector inmobiliario podían quedarse fuera de este nuevo juego donde, sin embargo, es el usuario quien marca las reglas. Contrarios al turismo de masas o a la impersonalidad de un hotel, hay un creciente número de personas que prefieren viajar para sentirse como un vecino más, dormir en casa de un anfitrión, conocer a sus amigos o recibir consejos personalizados para disfrutar de unas vacaciones distintas. Amén del ahorro que supone no gastarse ni un euro en alojamiento.

El intercambio de casas es una fórmula cada vez más popular, con un crecimiento anual del 30%. «El total de noches reservadas en 2017 en nuestras plataformas, que cuentan con el 70% del mercado, fue de 2,5 millones», explica Lucía Castro, country manager de GuesttoGuest, plataforma de intercambio que ofrece más de 450.000 casas en 187 países tras la adquisición de Home Exchange, la plataforma americana pionera de la economía colaborativa, y la española IntercambioCasas. La fórmula es sencilla y similar en casi todas las plataformas: se exige registro y aportar datos e imágenes de la casa. Algunas cobran tarifas de inscripción o permanencia, y otras son gratis. A partir de ahí la comunicación es entre particulares, y qué dejar de la casa es cosa de cada uno: bicicletas, juguetes… Nada como llegar y tener todo eso a mano, incluso el coche, una tendencia que se impone cada día más en estos intercambios.

No solo ahorro

La mayoría de los usuarios son familias —el 80%—, pero jubilados y parejas jóvenes también comienzan a ganar peso. Entre las razones para animarse a este intercambio «un 75% de usuarios lo hace para ahorrar dinero, un 50% por comodidad, un 30% por vivir una experiencia diferente y otro 30% porque prefiere la hospitalidad de una casa y los consejos de una familia a la impersonalidad de un hotel», señala Lucía Castro, quien insiste en que aunque «puede suponer un ahorro de hasta un 58%, el intercambio de casas es más que una forma de viajar, un modo de entender la vida».

Porque una vez que se prueba la mayoría repite, como Laura, que vive en Cataluña y ya ha realizado hasta 12 intercambios. «Se establecen vínculos especiales entre anfitrión e invitado . Las relaciones personales son tan importantes como el viaje». O Alessandro quien desde Italia, con su casa en Tirol del Sur, ya va por 17 intercambios y asegura que «la experiencia mejora en cada viaje. Te permite ahorrar de forma considerable y, además, confiar en gente que se acaba convirtiendo en amigos». Porque si hay una palabra clave en esta fórmula, esa es confianza. La principal reticencia de los usuarios es el temor a encontrarse con desperfectos a su regreso, pero lo cierto es que «cuidan con esmero la casa en la que van a residir porque lo mismo ocurrirá con la casa propia y, además, hablamos de personas con una filosofía diferente de viajar», puntualiza Lucía Castro.

Esta práctica no es sólo para largos periodos vacacionales, sino para estancia de menos tiempo como puentes o fines de semana, sobre todo con una amplia oferta de segundas residencias, y de la que los españoles hacemos bastante uso. Por ello, España es nuestro principal destino seguido de Francia, Italia, Alemania, Reino Unido y EE.UU. Y son los europeos, principalmente franceses, los que viajan hasta nuestras casas. España se posiciona como segundo país con el mayor número de intercambios, tras Francia y seguido de Italia. Los que se resisten: los asiáticos.

Esta práctica se utiliza no solo para periodos vacacionales, sino también para puentes y fines de semana

El sector trata de ganar en flexibilidad ideando métodos que permitan a los usuarios intercambios no recíprocos. «Nuestro sistema de GuestPoints ofrece la posibilidad de ir acumulando puntos cuando alguien se aloja en la vivienda y poder gastarlo para quedarse en casa de otros miembros sin necesidad de que sea recíproco», explica Castro. Una manera fácil, económica y diferente de viajar que además, precisan, «no cuenta con ninguno de los inconvenientes que generan las plataformas de alquiler, incluyendo impuestos, prohibiciones u otros problemas legales».

Construir una experiencia segura

Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señalan los pros y los contras de esta práctica. Entre las ventajas apunta la del ahorro de dinero, que se puede disfrutar de toda una casa en lugar de limitarse a una habitación de hotel y el establecimiento de relaciones personales entre los usuarios. En cuanto a las desventajas señalan la seguridad porque «aunque se incorporan valoraciones escritas por otros viajeros, lo cierto es que nunca se sabrá de antemano cómo será la experiencia final», y los posibles problemas a la hora de reclamar ya que «las relaciones entre particulares no son tan estandarizadas como cuando viajamos a un hotel, y tampoco las reclamaciones y el resto de derechos de consumo (desistimiento, cancelación…) que dependen de lo acordado entre las partes». Para ello, la mayoría de las plataformas cuentan con una serie de herramientas para garantizar el éxito y la seguridad del intercambio, como seguros de hogar ante posibles incidentes o incluso cancelación.

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