El presidente de la CEOE, Juan Rosell, durante su intervención en un desayuno este miércoles
El presidente de la CEOE, Juan Rosell, durante su intervención en un desayuno este miércoles - EFE

El presidente de la CEOE considera un «desprestigio para la Marca España» la subida de impuestos

Juan Rosell sugiere que la subida de Sociedades puede perjudicar la implantación de empresas extranjeras en España

Madrid Actualizado: Guardar
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El presidente de CEOE, Juan Rosell, ha dicho hoy que la última reforma realizada por el Gobierno en el impuesto de sociedades, que eleva la fiscalidad sobre las grandes empresa, es un «desprestigio absoluto para la Marca España».

En un desayuno informativo organizado por Europa Press, Rosell ha sugerido que esta reforma podría perjudicar la implantación de empresas extranjeras en España.

Rosell ha insistido en que la reforma de Sociedades se hizo «mal y en el último momento», para contentar a la Comisión Europea.

El responsable de la patronal se ha preguntado qué se puede decir ahora «a los de fuera» cuando vienen a España «y ven lo que se está haciendo».

A la pregunta de si CEOE había recibido quejas sobre esta reforma procedentes del exterior, Rosell ha dicho que dada la negatividad de la reforma es «mejor» que no se explique y se vea de qué manera se puede «enderezar», algo que correspondería a las empresas, una a una.

Rosell ha reprochado al Gobierno que no sabe el daño que puede causar con estos cambios para «no conseguir nada».

No obstante, ha reconocido que en el inicio de la reforma pudo haber una intención loable, si bien se ha mostrado convencido de que existen otras fórmulas.

El presidente de CEOE ha insistido en que los cambios en Sociedades han supuesto uno de los «grandes estropicios» de los últimos tiempos que, además, se hicieron a principios de diciembre «con efecto retroactivo y a veintitantos días de que se acabe el año».

En este sentido, Rosell ha subrayado que no se puede legislar «cuando el partido ya ha empezado y está a punto de acabar».

No obstante, ha apostado por hacer reformas, a nivel general, pero «con pausa» para que cuando se hagan, «se hagan bien».

Se trata, ha dicho, de que las leyes que se manden al Parlamento sean «buenas, entendibles y no interpretables» y no deriven en «estropicios» como el de la reforma de Sociedades.

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