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La atonía del negocio por los bajos tipos lastra las cuentas de la banca

La reducción de costes y provisiones no compensa la caída de la rentabilidad por menores ingresos

Madrid Actualizado: Guardar
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No son buenos tiempos para el negocio bancario. Ahora ya no por problemas de solvencia y liquidez, sino de rentabilidad. Al profundo proceso de saneamiento y reestructuración de los últimos años le iba a seguir supuestamente una consecuente normalización de la actividad y los resultados del sector. Sin embargo, la política monetaria de tipos cero y negativos desplegada por el BCE y la debilidad de la actividad económica impiden crecer con fuerza en ingresos a las entidades financieras, que por si fuese poco afrontan una feroz competencia comercial y mayores costes regulatorios. Las cuentas de resultados de los bancos españoles en lo que va de año, publicadas en las últimas semanas, dan cuenta de esa atonía con una facturación y unos beneficios a la baja.

Las siete principales entidades del país -Banco Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell, Popular y Bankinter- ganaron en su conjunto hasta marzo 3.303 millones, un 21,97% menos que en el mismo periodo de 2015. Además, las dos partidas que mejor reflejan la evolución de la actividad bancaria pura -margen de intereses y facturación por comisiones- están en la mayor parte de los casos en números rojos, debido en buena parte a la debilidad del negocio en el mercado español.

«Ni el notable impulso de la actividad y de la creación de empleo, superados ya los años del periodo recesivo en los que las entidades hubieron de realizar provisiones extra elevadas, permite alcanzar niveles de rentabilidad aceptables», dicen desde Analistas Financieros Internacionales (AFI).

La rentabilidad del sector bancario español, medida como los beneficios de las entidades sobre su volumen de recursos propios era en 2008 del 10,6%; hoy se sitúa en el 4,3%, más de seis puntos porcentuales menos que al inicio de la crisis. Ese nivel está lejos de cubrir siquiera el coste de capital, que se sitúa en torno al 10%. De hecho, ahora ese es el objetivo de la banca española: elevar la rentabilidad por encima de ese doble dígito para cubrir ese coste de los recursos. Al tener una rentabilidad insuficiente, la banca resulta una inversión poco atractiva para los accionistas, y de ahí el desplome que sufren los títulos de las entidades en Bolsa. En menos de año y medio las entidades han perdido un 26,34% de su valor bursátil.

Lo que más está mermando la rentabilidad bancaria es la reducción de los ingresos tradicionales. Es decir, la menor facturación por la concesión de crédito y los menores ingresos por comisiones. La política monetaria de bajos tipos ha reducido drásticamente el precio del crédito, mientras que el coste de los depósitos ya se encuentra en mínimos, de forma que la diferencia entre esos ingresos y gastos se ha estrechado notablemente. Para compensar esos precios más bajos, los bancos tratan de crecer en volumen en un mercado que, debido a que familias y empresas aún se están desendeudando, piden menos crédito. Para captar esa escasa demanda, las entidades están compitiendo con precios del crédito más bajos, lo que recorta aún más la rentabilidad del negocio.

Menus sucursales y despidos

Lo único que está permitiendo a la banca mejorar sus niveles de rentabilidad es, por un lado, las menores provisiones para sanear créditos morosos y activos adjudicados que están haciendo las entidades. Ahora bien, la principal vía de mejora de esa ratio es la reducción de los gastos de explotación. No es casual que algunos bancos, como el Santander, hayan anunciado un recorte adicional de su capacidad instalada, que se traducirá en el cierre de más sucursales y nuevos planes de despidos masivos.

Las perspectivas no son alentadoras. «Si este año los resultados han sido malos, el próximo van a ser aún peores», dice un directivo bancario. Y es que la pérdida de negocio va a ser difícil de recuperar en el corto plazo. Por un lado, las entidades tendrán que seguir aumentando sus niveles de capital para cumplir con los cambios regulatorios, algo que para los bancos puede llegar a determinar el signo de la cuenta de resultados, sobre todo los nacionales.

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