Nadal celebra el primer set contra Isner
Nadal celebra el primer set contra Isner - Reuters
Tenis | Montecarlo

Nadal saca el puño

El español aprende a sufrir para derrotar a John Isner por 7-6 (6), 4-6 y 6-3 y llega a los cuartos de final de Montecarlo

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Desde Montecarlo llega una noticia que alimenta la esperanza. Rafael Nadal vuelve a sufrir, pero aprende a convivir con esos momentos delicados, capaz de reponerse en una exigente cita contra un valiente John Isner (7-6 (6), 4-6 y 6-3). Después de tres mangas vibrantes, con alternativas y nervios, el campeón de catorce grandes festeja como merece un triunfo de altura que le lleva a los cuartos de final. Ahí esperan Ferrer o Simon, pero Nadal ya exhibe puño y músculo.

En la sobremesa monegasca sucede de todo. Para empezar, en el juego decisivo del primer capítulo, John Isner manda con 6-4, pero el gigante americano confirma que Nadal vuelve a emitir mensajes positivos. Se apunta el set, lanza un grito como los de antes y se reconcilia consigo mismo.

Es un triunfo fundamental en este renacer que le proporciona la tierra batida. El jueves ofrece el mismo cielo plomizo e incluso caen gotas antes de que salga el sol, pero Nadal ni se inmuta. Su cara, que suele delatarle, ofrece gestos de confianza y concentración, empeñado en recuperar el tiempo perdido. Y parece que va en serio porque ni siquiera el chasco posterior le atormenta.

Ya en su estreno, ante el talentoso Lucas Pouille, el balear acabó con media sonrisa, feliz porque fue, seguramente, el mejor partido del curso. Sin embargo, el escaso caché de su rival (108 del mundo) podía restarle importancia a su mejoría, pendiente el personal de su estado ante un oponente de nivel.

Isner lo es, aunque su tenis no luzca tanto en tierra. Es el 19 del mundo, tiene un saque tremendo y no acaba de moverse mal. Además, se encargó de exprimir al máximo el recurso de las dejadas y obligó a Nadal a un ejercicio de paciencia y fe. Durante la primera manga, el español se apuntó diez puntos al resto y lo dejó todo para el juego decisivo, en donde confirmó su renacer.

Salvo este episodio de ansiedad que confesó en Miami, nadie gestiona mejor los escenarios de vértigo mejor que Nadal, héroe sincero que preocupaba por su flaqueza. Pero ha sido pisar tierra y cambiar por completo la dinámica, un peligro para cualquiera a medida que gana en seguridad.

Isner no se lo puso nada fácil, pero el quinto del mundo supo cocinar la victoria a base de garra. Con su nueva raqueta, buscó efectos y potencia y espero el momento preciso para desarbolar al enorme tenista que tenía enfrente (208 centímetros). Con sudores, lo consiguió para estirar la estadística y lograr su quinto triunfo en cinco encuentros contra el americano.

Apuntarse la primera manga fue un golpe moral del zurdo, que lo festejó con un tremendo «¡Vamos», uno de esos con puño cerrado y rodilla elevada. Se movió bien, golpeó con criterio y el saque le funcionó durante toda la tarde. Tanto que incluso conectó siete aces. Aun así, tocaba sufrir.

El desenlace tuvo tintes dramáticos porque a Nadal se le olvidó rematar cuando se puso 0-40 con 4-3 a su favor. Permitió que Isner despertase y niveló el pulso a base de palazos y recursos, muy meritorio su papel. Por momentos tuvo acorralado al mallorquín, aunque al final acabó perdiendo como otros tantos.

Isner se hundió tan pronto perdió su saque en el tercero. Agotado por la paliza, a las dos horas se quedó sin gasolina y asumió con naturalidad que Nadal iba a ganar sí o sí. Ahora la exigencia sube muchísimo porque se enfrentará en cuartos al ganador del duelo entre David Ferrer y Gilles Simon. Nadal ya se acerca a su sitio.

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