Fútbol

Un país colgado de Neymar

Brasil vive los Juegos centrado en el fútbol, su deporte más importante, que busca renacer tras el fiasco del Mundial

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desde el aeropuerto de Río de Janeiro hasta el Parque Olímpico de Barra apenas hay una hora de trayecto por carretera. Una autovía trufada de vehículos da la bienvenida al visitante a los Juegos, cuya mirada se pierde en el paisaje. A los flancos del asfalto se alternan las favelas y los centros comerciales, mezcla que no por esperada resulta menos inquietante. El país de las desigualdades es también estos días el de la ilusión. Orgullo patrio para demostrar al mundo la capacidad de Brasil para organizar unos Juegos, aunque detrás de todo subyace el fútbol. Apenas un año después de la debacle del Mundial celebrado en Brasil y de aquella dramática semifinal ante Alemania, el país acoge estos Juegos como la mejor reválida para su selección.

La tetracampeona mundial nunca se ha colgado el oro olímpico y ese reto planea por encima de todos los demás y mantiene a Neymar en el epicentro de todas las miradas en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

El azulgrana sufrió el varapalo del año pasado y estuvo también presente en la derrota de la final olímpica en Londres 2012, aunque su presencia en el equipo para disputar estos Juegos en casa es muy diferente. «Neymar es un líder para los jóvenes. Una persona con un gran corazón al que todo el mundo admira», reconoce el seleccionador, Rogerio Micaele, que hace unos días le nombró capitán del equipo.

El brazalete es la consecuencia lógica de la ascendencia de Neymar en Brasil, una selección con talento y juventud, pero falta de experiencia. El propio jugador conoce su importancia dentro del equipo y no elude la responsabilidad. «Quiero volver a Maracaná y marcar el gol de la victoria. O dar un pase importante. Lo que sea, pero que seamos campeones», reconoce el delantero del Barcelona, que formará en la delantera con el deseado Gabriel Jesús, pretendido por media Europa.

Para regresar al templo del gol y colgarse esa medalla de oro aún le quedan dos semanas por delante que comienzan hoy en Brasilia. Allí, lejos de la Villa, la presión es incluso mayor. Todo el país vive pendiente del fútbol olímpico, el gran deporte de estos Juegos para ellos.

Sin estrellas

El torneo, que comenzó ayer en su vertiente femenina, disputará hoy los primeros partidos de cada grupo. Selecciones como Argentina -donde estará el rojiblanco Correa-, Alemania, Portugal o México -campeona en 2012- aparecen como alternativas a Brasil, principal favorita al título, que espera no morir de éxito. «Es una oportunidad única. No solo para mí, sino para todos los que estamos convocados. Sabemos lo importante que es esta medalla», asume Neymar, que en Brasil vive lejos de la sombra de Messi y cuya actuación se mirará con lupa a partir de hoy.

Él es la gran atracción de un torneo gris y sin apenas estrellas. Además del mencionado Correa, aún un proyecto prometedor en el Atlético de Simeone, son pocos los futbolistas de talla mundial presentes en Brasil. Aunque se habló de que Ibrahimovic o el propio Messi podían haber estado en Río de Janeiro, lo cierto es que la nómina de grandes jugadores es escasa. Será un torneo para descubrir nuevos talentos y seguir nombres que ya suenan para emigrar a Europa. Entre ellos, el de Giovanni Simeone, delantero de apellido ilustre que deberá marcar muchos goles para opacar a Neymar, la gran figura.

El hombre al que vive asido un país como Brasil. El futbolista que protagoniza los sueños de esos niños que juegan al fútbol entre las favelas y los centros comerciales. El deporte que une a ricos y pobres y que tiene en el «10» de su selección al nexo de unión entre todos ellos. El oro espera a Neymar y Brasil, con permiso del resto. Otra decepción sería difícil de digerir.

Ver los comentarios