No parece que Luis Aragonés y Bob Dylan llegaran a conocerse, al menos personalmente, pero resulta curioso cómo uno hablando de fútbol definiera la cosa con un solo verbo –ganar, ganar y ganar- y otro, dedicado a la música con la misma intensidad que Luis a lo suyo, escribiera en sus memorias, tituladas, Crónicas, que «quien no está ocupado en ganar está ocupado en perder». Que Iniesta recupere el lugar clave de esta selección es una noticia alentadora, porque fue Luis quien trazó el mapa y dispuso el itinerario. Además descerrajó un topicazo que abrumaba al juego de cualquier once seleccionado: la furia. La maldita y ridícula furia española, que venía de los Tercios de Flandes, pasando después por los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920 y así, hasta que en 1964 llegaron unos que pusieron lógica cartesiana donde otros habían invocado a la furia y lograron la primera Eurocopa.

Volvió el sonsonete de la furia, el arrojo y demás fanfarria y tuvimos que esperar a la llegada de Luis para darle sentido y sensibilidad; es decir, una estrategia basada en una posición: el centro. Como en política, siempre se gana por el centro. Y se ganó el Mundial y otra Eurocopa, ya con Del Bosque que había aprendido bien la lección del «sabio». Pero los contrarios han aprendido deprisa. El partido contra Chequia es un ejemplo para estudiar. Porque sin tirar a puerta desde una distancia razonable pasamos del dichoso tiqui-taca al tiquismiquis. No es necesario llegar al área pequeña para probar el tiro a puerta. Este es el gran reto que debe superar la selección. Hay miedo a disparar desde fuera del área. Con el revoloteo del toque hunden al delantero centro que juegue, se llame Costa, Alcácer, Morata o Adúriz. Cualquiera de ellos parece el llanero solitario. Turquía hoy, vale. Pero la verdadera amenaza es Croacia, la de Modric y Rakitic. Para ganar, ganar y ganar es preciso marcar y para marcar es obligado disparar en la primera ocasión que se presente, sino todo quedará a la espera de un pase de Iniesta y un cabezazo de Piqué o Sergio Ramos. Curiosa y paradójica delantera.