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Raúl levanta su última copa como campeón - EFE
NASL

La última vez que Raúl tocó un balón

El «7» cierra una carrera legendaria con otro título, esta vez en el Cosmos de Nueva York

Con él se despide también Marcos Senna, pieza clave de la historia la selección española

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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La última vez que Raúl tocó una pelota en un partido de fútbol fue un pase inofensivo, después de un saque de centro, en busca del extremo de su equipo. Era el minuto 90 y con su zurda mandó un balón al espacio, que se perdió por la banda derecha. Fue un toque anodino, irrelevante, pero que cerraba una carrera de leyenda. El jugador que rompió récords de precocidad, que levantó tres copas de Europa y media docena de ligas, que dividió al mundo del fútbol entre raulistas y envidiosos, que solo tropezó con la camiseta de España se despidió del balón. Se fue del campo como toda su carrera: con trote de pingüino, sin levantar apenas las rodillas, con su rostro alargado, de cuadro del Greco, desfondado por el esfuerzo y con un título más en el bolsillo.

Su último equipo, el New York Cosmos se impuso 3-2 en la final de la National American Soccer League –la segunda liga profesional en importancia en EE.UU., después de la MLS– a los Ottawa Fury.

Las primeras patadas al balón las pegó Raúl en las calles del barrio de San Cristóbal, un suburbio del Sur de Madrid, poblado por emigrantes andaluces y extremeños y encajonado entre autopistas y vías de tren. Su ascenso fulgurante y adolescente a lo más alto del fútbol con el Real Madrid de Valdano y su reinado interminable en el Bernabéu parecían desterrar para siempre el fútbol de las afueras, de plaza y portería con jerseys, de elegir los equipos a pies y de paredes contra el muro. Pero su último toque también ha sido suburbano, aunque en una periferia muy diferente a la de aquel barrio de Villaverde: en un campo universitario entre Garden City y Hempstead, a una hora de Manhattan, en un paisaje monótono de autopistas, aparcamientos, edificios comerciales y restaurantes de comida rápida.

El escenario no era el de la despedida de una leyenda: graderíos propios de un segunda en España, con algo más de diez mil espectadores, césped artificial y partido soporífero hasta la recta final: una expulsión por agresión de un jugador de Ottawa llegó segundos antes del gol del equipo canadiense, que empataba el que consiguió el argentino Cellerino para el Cosmos. El propio argentino marcó otros dos goles para el equipo neoyorquino, y la reacción final de Ottawa fue insuficiente.

Su último gol fue una delicada asistencia de Raúl, con el exterior de su bota izquierda, al espacio, que le dejó en un uno contra uno contra el portero contrario. Fue uno de los pocos destellos del delantero español en el partido, que, sin embargo, acaba la temporada como máximo goleador de su equipo.

No le importó a Raúl decir adiós a su pasión en un campo y una liga que no están a la altura de su historial. «Me siento como un niño de barrio, jugando en la calle, en campos de arena», dijo tras el partido. «He tenido la suerte de jugar mundiales y eurocopas, de ganar Ligas de Campeones, pero para mí el fútbol es siempre igual, es esto: jugar en artificial, con gente, sin gente… He podido vivir todas las experiencias, cuando no era profesional y no era nadie, y después, cuando ya había conseguido muchas cosas», añadió el delantero, que aseguró estar «un poco triste».

Junto a Raúl se fue otro grande, el hispanobrasileño Marcos Senna, motor del Cosmos los últimos tres años y pieza clave de la selección española que triunfó bajo la batuta de Luis Aragonés, el primero que se atrevió a quitarle la camiseta nacional al «7» eterno. Era el último partido para los dos y se fundieron en un abrazo antes de levantar la copa.

«Para mí ha sido un placer y un orgullo terminar aquí mi carrera con mi amigo Marcos Senna», dijo Raúl antes de invitar a hablar al centrocampista, a quien convenció para que siguiera jugando el final de la temporada.

«Me voy totalmente realizado, es una carrera fantástica, estoy muy contento», dijo Senna, que anunció que vivirá en España y dejó abiertas sus opciones de futuro, aunque planea sacarse el título de entrenador y de director deportivo.

Raúl dio muchas menos pistas. «Mi futuro está en Nueva York, vivir con mi familia, disfrutar, y ya veremos», dijo sin dar más detalles. «El Madrid es mi club, es mi casa, siempre me han ofrecido volver, tengo las puertas abiertas, pero yo creo que ahora mismo no es el momento ni me han planteado nada. Es el momento de descansar y habrá tiempo para volver o no, el futuro lo dirá».

El «7» también se atrevió con el inglés y dijo que para él empezaba «a new life, ¿no?», con ese latiguillo que hacía las delicias de sus imitadores. Se marchó con una gran sonrisa y abrazado a Senna. Ambos ya son leyenda.

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