La mala fama del ciclista boxeador

Varias horas después del final de la etapa del miércoles, el jurado de la Vuelta difundió su comunicado diario sobre multas y sanciones. A Nacer Bouhanni le castigaron 30 segundos de penalización por «poussées contra un véhicule». Por dar empujones a un coche, al de su propio equipo, el Cofidis . Como eso atenta contra la imagen de la carrera, el automóvil del conjunto francés fue relegado ayer a la última posición de la caravana. Esa línea del comunicado fue la chispa que desató un incendio.

¿Bouhanni otra vez? ¿Ha vuelto a pegar a alguien el ciclista que practica el boxeo ? La redacción del comunicado daba a entender que el corredor galo había golpeado la carrocería del coche de su director. Así se llegó a publicar en algún medio. Y no. Simplemente, Bouhanni se remolcó durante un momento. El corredor y el Cofidis desmintieron ayer haber tenido un enfrentamiento. «Cuando leí lo que se contó sobre mí, me sentí muy decepcionado. Y eso me ha motivado más para pelear por la etapa », dijo Bouhanni, que en San Javier dio su mejor respuesta: victoria.

Le persigue su fama. Su sombra sobre el cuadrilátero. Desde siempre ha pedaleado con los puños . Valiente, agresivo, sin complejos... En invierno se sube al ring para ensayar los golpes. El resto del año se dedica a ganar por K.O. en el sprint. Siempre anda metido en peleas. La tuvo, por cuestión de egos, con Arnaud Demare cuando ambos estaban en el equipo FDJ. Bouhanni optó por irse. Al Cofidis, que le tentó con un contrato millonario. No lo ha justificado. En 2016 se perdió el Tour porque, unos días antes y en un hotel, le propinó un puñetazo al ocupante de la habitación de al lado, que no le dejaba dormir. Se rompió la mano. El año pasado se cayó en el Tour de Yorkshire y tardó en recuperar la visión. « Pude haber perdido la vida », desveló ayer. Entonces le dolió verse solo, sin apoyo de su equipo. “Me sentí humillado”.

Esta temporada ha sido aún peor. El Cofidis quiso reactivarse y fichó como mánager a Cedric Vasseur . El enfrentamiento con Bouhanni fue casi inmediato. En abril, cuando el corredor se retiró en el Circuito de la Sarthe, Vasseur explotó: « No podemos confiar nunca más en él ». Por cosas así no le seleccionó para disputar el pasado Tour. Estaba claro. Vasseur no quiere a Bouhanni. En la clásica de Fráncfort, el velocista se encaró con uno de los directores, Roberto Damiani. Le recriminó que nadie le había esperado para ayudarle tras ceder unos metros en un repecho. La bronca en el autobús fue de alto volumen.

Con contrato también para 2019, Bouhanni acudió a esta Vuelta en busca de redención. Es su peor año. «Bueno, si no comento ningún error tendré mis opciones», aunció. La relación con los dirigentes del equipo es fría. Le comunican por ‘email’ dónde tiene que correr y la fecha. Punto. Bouhanni se ha convertido en una polémica ambulante y no encaja con lo que en el futuro quiere ser el Cofidis. Dice Bouhanni que tiene ofertas de varios equipos, aunque antes tendrá que romper el contrato actual. « No creo que sea posible continuar en estas condiciones », dijo en el diario ‘L’Equipe’ antes de esta Vuelta. Ayer, con el triunfo en la mano, dejó una puerta abierta para seguir otro año.

Y con estos precedentes saltó el miércoles el comunicado de los jueces, que generó confusión. Si se escribe que un corredor ha dado empujones a uno de los vehículos de su propio equipo y si, encima, ese ciclista es Bouhanni, la primera conclusión es casi natural. Otro lío. ¿Nueva pelea, esta vez con su director en la Vuelta, Jean-Luc Jonrond ? Los jueces aclararon ayer que Bouhanni sólo se remolcó. Pero el púgil ya había cerrado los puños. Así ganó.