Roglic se tira un triple en Rincón de la Victoria

De repente Primoz Roglic se tira un triple en el Alto de Almáchar, carretera de montaña a la espalda del Rincón de la Victoria en las puertas de Málaga. Es un solo al piano que sorprende a la concurrencia, a los Movistar que sudan la gota gorda con solo seis corredores, al público que acampa en las cunetas y al personal en la tele. ¿Para qué necesita el esloveno ese derrote a 13 kilómetros? Le quedan rampas (hoy en Valdepeñas de Jaén), puertos estilo Tour y una contrarreloj de cierre en Santiago de Compostela para abrochar otra Vuelta. Pero decide actuar en una cota de segunda y asume un riesgo que se plasma varias leguas más adelante en un descenso afilado que da con sus huesos en el suelo. Chapa y pintura, sin aparente daño, y sin gran bagaje. Le cazan Enric Mas, Supermán, Haig, Vlasov y Grossschartner. Egan Bernal y Adam Yates ceden medio minuto, Landa ya no existe. Beneficio escaso. En el Rincón de la Victoria vence el mejor escalador de una fuga multitudinaria de 31 ciclistas, el australiano Storer. El noruego Eiking atrapa el maillot rojo en una escapada bidón que pudo ser como las de Pereiro o Chiappucci en el Tour.

Roglic aporta una tensión inesperada, al estilo de la Vuelta siempre impredecible. Almáchar es un puerto corto , de potencia, terreno que el esloveno considera ideal para agarrarse abajo en el manillar y soltar el petardo. «No lo esperaba, pero hemos sabido mantener bien la diferencia subiendo», juzga Enric Mas, que aprieta de lo lindo y se mezcla al relevo con ‘Supermán’ López, los dos Movistar en defensa de su candidatura a la Vuelta.

El esloveno ya conoce que no será el líder hoy porque la fuga masiva de 31 ciclistas se ha hecho fuerte y es un hermosa revolución diplomática de intereses. Roglic se despega unos metros, planea en avión, tan potente como es, y atisba una autovía en el sinuoso descenso hacia Rincón de la Victoria, por donde traza a la perfección, la pierna abierta en ángulo, las manos firmes, la dirección correcta afilando los guardarraíles.

Precaución de Enric Mas

Pero el esloveno arriesga con cierta codicia y en el estrés que ha generado se desliza por la rueda de atrás y patina con el trasero por el asfalto. En menos de 16 segundos se ha subido de nuevo a la bici, se ha calado la zapatilla y ha emprendido la marcha. Tiene a la retaguardia a López, Haig y, haciendo la goma, Enric Mas, que baja cuadrado, con mucha precaución. «Seguro que para la gente ha sido un día de emoción, pero para nosotros ha sido de mucho peligro –cuenta Enric Mas–. Iba perdiendo unos metros porque no quería caerme».

Roglic compromete su futuro en la Vuelta en esa tentativa. Pudo dejarse los dientes en una carretera de asfalto peligroso, del que habían advertido los equipos. Pero su actitud tiene que ver con su espíritu festivo. Está muy alegre en la ronda, comunicativo en las ruedas de prensa, atento con su entorno. Enric Mas le pregunta si se ha hecho daño y el balcánico agradece la atención. «Estoy bien, no tengo nada» , responde. Egan Bernal entrega medio minuto, un goteo constante cada día. También Adam Yates. Mikel Landa dice que reserva energías «para ganar alguna etapa» y se pone al servicio del equipo.

Hace once minutos que ha llegado a la meta Michael Storer, dos etapas ya para el australiano de 24 años vencedor en el Balcón de Alicante. De la fuga emerge un duelo fugaz. El noruego Eiking impone sus pulmones al francés Guillaume Martin y se enfunda el maillot rojo. Es el segundo corredor, después de Taarame, que logra el liderato en el equipo Intermarché. «No soy esprinter, como antes eran los ciclistas noruegos. Me desempeño mejor como escalador», se presenta.