Drew Mitchell en la cabalgada en solitario que propició el último ensayo australiano
Drew Mitchell en la cabalgada en solitario que propició el último ensayo australiano - AFP
RUGBY | COPA DEL MUNDO

Australia hace añicos el sueño argentino

Los «Wallabies» plantearon una seria estrategia que unos nerviosos «Pumas» nunca pudieron superar (15-29)

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Argentina había realizado el milagro de acceder a la semifinal mundialista, pero su momento de gloria se quebró de la peor manera posible: un error en el primer minuto de juego propició un ensayo australiano y, a partir de ahí, tuvo que ir toda la tarde a remolque. Y eso, ante Australia, una selección doble campeona del mundo, es una desventaja demasiado grande de superar.

A los nervios lógicos de los suramericanos, que llegaban por segunda vez en su historia a esta fase del campeonato, se le unió el eficaz planteamiento de Michael Cheika, que decidió adelantar sus líneas descaradamente para obligar al juego constante en campo argentino. Así, los albicelestes se veían presionados y, al no poder realizar su poderoso juego de melé, caían una y otra vez en dolorosas pérdidas de balón.

Para más inri, Adam Ashley-Cooper anotaría el primero de sus tres «tries» nueve minutos después e incrementaría así la desorientación de sus rivales.

Una expulsión temporal de Tomás Lavarini tampoco ayudó a mejorar las cosas y pese a que Argentina intentó recomponerse, llegó al descanso con diez puntos en contra (9-19) que no le auguraban nada bueno en la reanudación.

A pesar de atacar con más corazón que cabeza, los «Pumas» nunca cejaron en el empeño y trataban de romper las líneas oceánicas por el eje central, dado que no les era fácil correr con peligro y que apenas se acercaban a la zona de 22 de los «Wallabies». Pero éstos, con el tiempo corriendo a su favor, sólo tenían que aguantar el tipo. Lo fueron haciendo a base de oficio, en una tarea de desgaste que forzaba los errores contrarios y que culminó con una jugada genial de Drew Mitchell: después de una carrera en la que se recorrió medio campo rompiendo las líneas rivales, el oval acabó en las manos del efectivo Ashley-Cooper, que dejó el partido visto para sentencia (15-27) a falta de 8 minutos. La conversión posterior de Foley dejó el resultado final en (15-29) y certificó la primera final oceánica de la historia para el próximo sábado: Nueva Zelanda - Australia.

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