José María Odriozola en su despacho de la RFEA
José María Odriozola en su despacho de la RFEA - Maya Balanya
ATLETISMO

Odriozola: «Me tomo las sospechas de dopaje como un ataque al atletismo»

El presidente de la Federación Española cree que su deporte se halla en una encrucijada, señalado por falta de limpieza y con un Mundial en ciernes donde se juega su prestigio

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Pekín no es un Campeonato del Mundo más. Para el presidente de la Real Federación Española de Atletismo (RFEA), José María Odriozola, la cita que comienza el próximo 22 de agosto en la capital china es «esencial para el futuro de este deporte», no solo porque días antes se elige al nuevo mandatario de la Asociación Internacional (IAAF) entre dos leyendas, el británico Sebastian Coe y el ucraniano Sergei Bubka, sino, sobre todo, porque el evento llega en mitad de una tormenta de acusaciones de dopaje que ponen bajo sospecha a la élite de los últimos tiempos. El atletismo se juega su prestigio. Y en el caso de España, la siembra de esperanza después de unos años difíciles. El veterano Odriozola, nacido hace 76 años en Pontevedra y al timón de la RFEA desde 1989, afronta la recta final de su séptimo y último mandato, ya que no se presentará a las elecciones que se celebrarán en 2016 después de los Juegos de Río de Janeiro.

«Seguiré en la IAAF si me reeligen. Soy candidato al cargo de Tesorero. En la Española, me mantendré neutral, no hay que olvidar que aquí vota el atletismo español. Sí me gustaría que no se desmantelara el equipo que de forma tan profesional ha trabajado conmigo».

–¿A quién apoya para presidir la IAAF en la votación del próximo miércoles, a Coe o a Bubka?

–Ambos son amigos míos, pero mi voto es para Coe. Ha organizado unos Juegos de Londres maravillosos, tiene una gran experiencia y contactos políticos y económicos que pueden favorecer al atletismo. Es el favorito, puesto que 22 federaciones ya le han mostrado su aval de forma explícita.

–¿Ha perdido pujanza el atletismo con respecto a otros deportes?

–Sí, a pesar de ser el más importante entre los olímpicos. Tenemos un producto magnífico, pero a veces lo vendemos de manera equivocada. Hemos presentado propuestas de cambio, como acortar las sesiones, mejorar los horarios y facilitar que el público en los estadios pueda participar en el evento con sus teléfonos móviles.

–No ayuda el hecho de que un informe filtrado a medios británicos y alemanes revele que 800 atletas analizados en la última década presenten valores sanguíneos anormales.

–Se han vertido acusaciones muy serias, sobre todo a Rusia y Kenia, de tapar positivos. Es obvio que los métodos de analisis han mejorado mucho y cambiarán de forma retroactiva el reparto de medallas de los últimos campeonatos. Pero si se cogen estos datos en crudo, un sospechoso no prueba nada, quizás la anormalidad sea temporal porque el atleta en cuestión ha entrenado en altitud y cambian sus perfiles hematológicos. La IAAF está recopilando información con tecnología más moderna, lo que demuestra su preocupación por el deporte limpio, y algunos medios, sin previa digestión, la publican. Sospechoso no es culpable. Cuando se demuestre que lo es, el atleta perderá su medalla y, lo que es peor, su honor. Es muy goloso decir que la IAAF no hacía nada.

Control complicado

–¿Debe sufrir el atletismo una catarsis como la que tuvo el ciclismo con el caso Lance Armstrong?

–La catarsis ya la hubo con la descalificación de Ben Johnson tras los Juegos de Seúl 1988, y desde entonces no hemos dejado de avanzar en la lucha contra el dopaje. El atletismo es un deporte muy extendido y se hace complicado el control en países pequeños; a pesar de eso, no se deja de innovar para anticiparse a los tramposos en estrecha colaboración con la Agencia Antidopaje. Estos medios –el «Sunday Times» británico y la cadena de televisión pública alemana ADR– se han precipitado con sus revelaciones. Yo lo he tomado como un ataque a nuestro deporte. Interesa que el atletismo pierda peso a nivel mundial, Coe tiene enemigos en su propio país y los alemanes quieren lavar su conciencia por todas las tropelías cometidas en el pasado por los atletas del Este. La filtración ocurre curiosamente en vísperas del Mundial y de unas elecciones que son clave para nuestro futuro.

–¿El pasaporte biológico es una herramienta eficaz en esta batalla?

–Lo es, con matices. Incluso ha servido para descubrir enfermedades y patologías de los deportistas. Como cualquier método científico tiene sus fallos, por eso hay muchas cautelas para evitar falsos positivos. Esto no quiere decir que exculpe a nadie, pero hay que tomar las debidas precauciones. Desde 2009 ha habido 49 sancionados por pasaporte biológico y se han hecho cientos de seguimientos a gente sospechosa sin poderse demostrar al cien por cien que había dopaje. Le pongo un ejemplo de la dificultad de los controles: hasta hace poco, la hormona de crecimiento era indetectable, se trata de una proteína que desaparece del organismo a las 24 o 48 horas, tienes que cazar al tramposo casi en el momento en que se acaba de inyectar. Ahora se pueden detectar trazas de esteroides incluso meses después de haberse administrado. Sin embargo, insisto en que los «ruidos de fondo» no prueban nada.

El caso español

–¿Cómo está la situación en España?

–La Agencia para la Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD) se encarga de los análisis, la Federación hace los suyos propios con los atletas que ganan medalla. Los positivos no llegan al 1 por 100. Actuamos con el máximo rigor posible. Este año impedimos que fuera a un campeonato mundial un atleta con valores anómalos, y después dio positivo por EPO [se trata de Mohamed Marhoum, de origen marroquí, campeón de España de cross]. Así que nos anticipamos. No puedo ocultar positivos aunque quisiera, que no es el caso.

–Las nacionalizaciones han suscitado polémica, sobre todo después de que algunos atletas se quejaran del caso de Orlando Ortega, nacido en Cuba y el mejor vallista del mundo.

–Los descontentos tendrían que haber hablado conmigo primero. En el Consejo de la IAAF me he expresado en contra de las nacionalizaciones exprés que se producen en algunos países. Hemos tenido muchas ofertas y siempre damos la misma contestación: cuando lleves aquí un cierto tiempo viviendo, hablamos. Orlando reside desde hace dos años en Onteniente y nos pidió que le ayudáramos, así que hicimos una recomendación al CSD, que la elevó al Consejo de Ministros. Nos llegan 15 o 20 solicitudes al año y apoyamos 3 o 4, no nos gusta abusar. A los torneos llevamos como máximo un 20 por 100 de nacionalizados. Atletas que, por cierto, sirven de estímulo a los demás.

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