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Tour de Francia

La rentable mala suerte de Purito Rodríguez

«Merezco tener una gran vuelta. He sido el más fuerte y no he ganado”, lamenta el francotirador catalán

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El ganador en Plateau de Beille se lamenta. Qué raro. «Si no hubiera tenido tanta mala suerte en mi carrera...». De la mayoría de los ciclistas se recuerdan sus victorias, aunque hay algunos que quedan en la memoria por lo que no pudieron ganar. Como Poulidor, que, venga a pisar el podio de París, no alcanzó nunca el primer cajón. O como Purito Rodríguez, que tiene clásicas como la Flecha Valona y el Giro de Lombardía y que ha subido al podio en las tres grandes vueltas, pero que no le ha puesto su nombre a ninguna. Tuvo un Giro en la mano y se lo quedó Hesjedal, un ciclista lejos de su altura. Ya tenía la Vuelta a España y la dejó escapar en aquella maravillosa etapa de Contador camino de Fuente Dé.

Y, lo más doloroso quizá, el Mundial que Rui Costa le hurtó cuando acariciba el oro en Florencia. «He merecido llevarme alguna gran vuelta», repetía ayer Purito en Plateau de Beille, escenario de su segunda victoria de etapa en este Tour. Su mala suerte es también rentable. Con ella ha llenado un extraordinario currículo.

Del infortunio partió ayer su victoria. Como vive en Andorra suele venir por aquí a ensayar montañas. La primera vez que se acercó a Plateau de Beille reventó una rueda. «Me quedé tirado en la carretera y tuve que llamar a mi mujer para que me recogiera», contó ayer. No subió el puerto. Regresó al día siguiente. «Y como hoy —por ayer— vine con sol y calor por el llano y con lluvia y frío en la subida. ¡Vaya día!». Buen entrenamiento. Eso, calor y granizo, le esperaba ayer en el Tour. Pero no se alistó en la ronda gala para coleccionar etapas. Ya tiene muchas: trece en grandes vueltas, cerca de los mejores ciclistas españoles, Induráin, Ocaña, Perurena, Fuente... Esta vez quería luchar por el maillot amarillo en un Tour sin apenas contrarreloj, su peor enemigo. Salvó el pavés y el viento, pero no a la mala suerte. Perdió a dos compañeros y el Katusha se hundió en la crono por equipos. Lastre inesperado.

Para colmo, se quedó vacío en la Piedra de San Martín. El palo. «Sufrí una crisis de hambre. Llegué muy mal y no me recuperé para el día siguiente». Más palos: en esa segunda etapa pirenaica se cayó en los kilómetros neutralizados. Golpe en la cadera. Duro. «Me bloqueó». Ahí cambió de registro. «No me veía con golpe de pedal para estar a la altura de Froome o Quintana», confesó. «Tenía la moral muy baja». Apagó su ilusión por el podio y pulsó el interruptor de la etapas. Tiene 36 años; no malgasta el tiempo en autocompadecerse. En el Katusha le recomendaron unos días de calma. «Pero hoy —por ayer— me he encontrado bien. Y me he metido en la fuga. Éramos demasidos. No creía que nos dejaran coger tiempo», señaló. Se subió a la escapada por si acaso. Hacia Plateau de Beille. Con calor, como en aquel entrenamiento que, igual que ayer, acabó bajo la lluvia.

Llevaba en las piernas las fuerzas que había guardado el miércoles, cuando la caída antes de tomar la salida. «Claro, me dejé ir. No se puede estar a dos cosas, a las etapas y a la general». Se reservó para los Alpes, pero se le cruzó antes la etapa de ayer. Una pizca de suerte al fin. Como sin querer. Ya en la fuga, no tuvo dudas. Notó que Fuglsang y Bardet era los rivales. Los calibró, los probó y los laminó. «Durante los puertos anteriores he gastado lo menos posible». Perro viejo. Demasiadas derrotas y tantas victorias. «Es que he tenido muy mala suerte en mi carrera deportiva, de verdad. Me ha faltado la fortuna del campeón», insistía.

No ganará este Tour, pero luchará por más etapas. Por una vez, anda en racha. «Espero que la segunda no sea la última». Mañana, el Tour llegará a Mende, paisaje de una de sus mejores victorias. «No sé, quizá es pronto. No será fácil meterse en la fuga. Igual es menos difícil en los Alpes», confía. Y en agosto, tras el Tour, volverá a la Vuelta, una de esas carreras que tan cerca ha tenido, una de las que más le duele cuando ve ese vacío en su palmarés. «Claro que iré». A por todas. «Lo merezco, merezco ganar una carrera así». Mientras, rentabiliza su mala suerte con etapas del Tour. Buen consuelo.

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