Robert Lepage, durante una representación de la obra en París
Robert Lepage, durante una representación de la obra en París - AFP

Robert Lepage: «Hablo de la nacionalidad a través de los ojos de un niño»

El dramaturgo canadiense recala en el Teatre Lliure de Barcelona con la obra «887»

BARCELONA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Después de dirigir grandes espectáculos, el polifacético artista canadiense Robert Lepage necesitaba una introspección. «Dirijo y protagonizo «887», un montaje muy personal y muy peligroso porque explico mi vida y el sentimiento de nacionalidad que se vivió muy intensamente en Québec en los años sesenta cuando yo era un niño», destaca Lepage a pocas horas de su estreno en el Teatre Lliure de Montjuic.

Advierte que «todo lo que vais a ver es real» y subraya que «el arte es una mentira que ayuda a explicar la verdad». Su niñez y su juventud cobran vida gracias a un ejercicio ímprobo de memoria. «Mi hermana es la que guarda las fotos de la familia y me reuní con ella durante muchas horas para bucear en mi vida, fue una experiencia muy interesante y algún día acabamos llorando».

«887» es una buena excusa para autoanalizarse. «Yo no voy al psicólogo pero hago teatro. Siempre tuve la impresión de que mi padre había estado ausente en mi niñez porque estaba trabajando pero al preparar este espectáculo me di cuenta que era una figura importante».

Sentimiento ambivalente pero no neutro

«Me interesa mucho la soberanía de Québec y sus consecuencias. Me doy cuenta que los jóvenes no saben dónde está el origen de este sentimiento; nuestro nacionalismo nació como una lucha de clases y no como una lucha entre francófonos y anglófonos».

Lepage no pretende que la política sea la protagonista de su monólogo pero inevitablemente sale a flote. Respecto a sus sentimientos declara que «cuando estoy en Québec soy quebequiano y no tengo nada que ver con Canadá pero cuando viajo me reconozco muchas cosas de la cultura canadiense». Y puntualiza que tiene un sentimiento ambivalente pero no neutro.

La comparación entre Québec y Cataluña es inevitable en estos días. «Me cuesta opinar sobre Cataluña porque no controlo los elementos pero vengo a menudo por aquí y siempre estoy pendiente y he podido hablar con la gente sobre sus sentimientos».

Por último, advierte cuál es su nueva fórmula para conquistar al público. «Hace tiempo que me da vueltas una idea: que al espectador no le gusta la teatralidad. Por este motivo empiezo esta pieza con una conferencia, sin teatro, y voy acercándome poco a poco al espectador».

Ver los comentarios