Una ducha para tres

Pues sí, han pasado casi treinta años –veintiocho para ser exactos– desde que esta deliciosa comedia se estrenó en el madrileño Teatro Infanta Isabel . Y el tiempo ha respetado su bien cosida estructura y mantenido tan terne su humor sobre un triángulo amoroso en el que una fascinante hipotenusa veinteañera aturulla y confunde a los cuarentones catetos. Recuerdo que cuando escribí en 1989 sobre esta obra de José Luis Alonso de Santos , un poquito posterior al gran éxito de «Bajarse al moro», titulé el texto «La tentación vive abajo» por hacer un guiño con el título español de la gran película de Billy Wilder «The Seven Year Itch» (1955) y porque, Nines, la ingenua explosiva que revoluciona el paisaje emocional de Fede y Roberto, vive en el piso que está debajo del que comparten esos dos maduros amigos y utiliza la ducha de sus complacientes vecinos porque la suya no funciona.

Josep Linuesa, Carlos Chamarro y Mónica Corral interpretan hoy, con similar entrega, eficacia y gracia, los personajes que en su momento encarnaron Gerardo Maya, Rafael Álvarez «El Brujo» y Eufemia Román. Fede, es un informático sin problemas económicos y Roberto, un profesor de instituto en paro que se ha visto obligado a pedir refugio al anterior tras separarse de Carmela, que antes estuvo casada con el primero. Pero aparte de esa ex mujer, que nunca aparece en escena pero cuya presencia gravita de alguna manera sobre las vidas de uno y otro, los dos amigos comparten la atracción por Nines, la desinhibida, joven y guapa vecina que sube a ducharse a la vivienda compartida, elevando la temperatura erótica del piso y el admirado pasmo de sus vecinos.

Alonso de Santos, que es un sentimental lúcido, coloca a Fede y Roberto en el papel de entrañables seductores seducidos y nos hace acompañarlos en sus fiebres cotidianas mientras mantienen un denodado pulso por el amor y la atención de Nines, que desemboca en un final lleno de lógica y melancolía. Tres personajes muy bien dibujados por el autor, atento observador de la realidad social de nuestros días, y que los tres actores llenan de vida y verdad. Tal vez por algún problema entre bastidores, el nombre del director no aparece en el programa de mano de la función, aunque cuando este montaje se estrenó en Barcelona figuraba como responsable de la puesta en escena Miquel Murga. En cualquier caso, la acción se desarrolla con fluidez y el espectáculo funciona.