Ronnie Spector, cita con la historia en una noche de leyenda
La cantante repasó sus grandes éxitos en su emotivo estreno en Barcelona
La historia, ya se sabe, puede ser un reclamo poderoso para quien busque revisitar un puñado de estribillos inmortales sobre los que se asienta la mitología del rock and roll . Canciones que forjaron la bulliciosa y adhesiva identidad de la música popular estadounidense y que, medio siglo después de provocar los primeros desmayos y encoger unos cuantos corazones, revivieron anoche en la Sala Apolo de la mano de una de sus más insignes representantes. Hablamos, claro, de Ronnie Spector , ex chica mala del rock and roll y Ronette a jornada completa que, a sus 74 años, se estrenó en Barcelona -y casi también en toda España, a donde llegó el sábado para inaugurar gira en Santander- para abrir un agujero negro desde el que asomarse al júbilo de los sesenta y recrear aquella euforia juvenil que, por aquel entonces, aún no se había gastado de tanto usarla.
Una visita de pronóstico incierto -uno nunca sabe por qué lado caerán las leyendas a partir de determinada edad- que, sin embargo, se acabó inclinando hacia el lado del rescate emocionante y el atracón de nostalgia de la buena . La sala no acabó de llenarse y su voz, salta a la vista, no estremece con el ímpetu de antaño, pero los surcos del desgaste, los mismos que ya habíamos visto y oído en discos como «The Last Of The Rock Stars» y «English Heart», no acaban de desentonar cuando se trata de exhibir cicatrices como las de «You Can’t Put Your Arms Around A Memory», original de Johnny Thunders con el que quiso recordar los pesadillescos años junto Phil Spector , o de celebrar a Amy Winehouse , su malograda y más aventajada discípula, con una «Back To Black» sabiamente envejecida.
Dos apuntes más o menos contemporáneos para un concierto que, más que una actuación al uso, fue una celebración de la historia de la propia Spector, con «Baby I Love» lanzando el primer cabo a la leyenda de las Ronettes y «Because», de The Dave Clark Five, exprimiendo una fascinación por la «british invasion» que cristalizaría también en la estupenda « I’d Much Rather Be With The Boys » de los Stones . A esas alturas, ya había desaparecido del escenario el fantasma del karaoke nostálgico y, con el jukebox generacional abriéndose camino, Spector aliñó las interpretaciones con jugosos comentarios para contextualizar las canciones, regalar anécdotas sobre sus giras por Inglaterra o recordar la primera vez que las Ronettes aparecieron en un plató de televisión. Historia viva del rock and roll que para la neoyorquina son los pilares básicos de su autobiografía emocional.
Con las espaldas bien cubiertas por dos coristas y una competente sección de vientos y una pantalla recuperando imágenes y grabaciones de los sesenta, la neoyorquina incluso se permitió sentarse entre canción y canción para abanicarse y recuperar el fuelle. De hecho, de haber cantado recostada y con los ojos cerrados el resultado tampoco hubiese sido demasiado diferente. Y es que canciones como «(The Best Part of) Breakin’ Up», « Walking In The Rain » o «Do I Love You» aguantan lo que les echen . Además, verlas en manos de su intérprete original añade un plus de valor histórico.
Y eso por no hablar del escalofrío que, aún hoy, sigue provocando la insuperable « Be My Baby », o del morbo de escuchar a la cantante deshacerse en elogios hacia Brian Wilson, archienemigo de Phil Spector, antes de rescatar el «Don’t Worry Baby» de los Beach Boys y de despedir la hora escasa de concierto con una sentida y pletórica « I Can Hear Music », punto final a un festín de oldies deslumbrantes y excursiones a la fuente original del pop.
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