Robert Forster
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Crítica

Robert Forster, el trovador pop

El músico australiano actuó el pasado 13 de enero en la sala El Sol de Madrid

MADRID Actualizado: Guardar
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El pop forma parte de nosotros, es nuestra sangre, nuestro oxígeno, nuestra cultura. Y se encuentra en todas partes: en nuestro cotidiano, en nuestro vestir, en nuestro apartamento, en nuestro imaginario, hasta en nuestro sentir. Esa esfera pop llevada a la música tiene verdaderos orfebres de la canción. Una bandas capital del pop, aunque nunca tuvieron el impacto mediático merecido, fueron los australianos The Go Betweens en la década de los 80, liderados por Grant McLennan y Robert Forster, un dúo rico en composiciones a lo Lennon y McCartney. Se asentaron en Inglaterra, publicaron seis discos en la década de los 80. Luego se separaron. Robert Forster publicó cuatro discos en solitario en los 90. Hasta el retorno de The Go Betweens en 2000, ofreciendo tres excelentes discos hasta la muerte de McLennan.

Anoche en la sala El Sol Robert Forster venía en solitario para presentar las canciones de su radiante y logrado último disco «Songs to Play» (2015). Empezó con la calma, con la seguridad de los años, del viejo lobo de mar, pero a la tercera canción se torció el ritmo debido a un largo parón de Forster para afinar su guitarra. Pero remontó. El escenario vacío se llenaba de canciones ágiles, vivas, llenas de brío y emociones. Pero las luces le abrasaban y quiso bajar la intensidad lumínica, quizás el ambiente adecuado para ese formato acústico, en el que se desenvuelve muy bien. El pero seguía ahí. Sus canciones son inmensas, pero en solitario, acompañado únicamente de su guitarra acústica, quedan un poco cojas sin esa base rítmica, esas segundas guitarras y sus arreglos.

Forster publica discos donde la melodía te conquista. Ya lo hizo con su anterior disco, el magnífico «The Evangelist» (2008). Es un músico de los grandes, un orfebre del pop, un trovador del siglo XX. También es crítico musical: dicen que su libro «The 10 rules of Rock and Roll: collected music writings 2005-09», aún no traducido al español, merece la pena.

Homenajeó a Bowie, al que le dedicó «Dive for your memory», de The Go Betweens, de quienes también tocó tres temazos de su disco póstumo «Oceans Apart» (2005, publicado en España por el sello madrileño Mushroom Pillow): «Here comes a city», del que dijo que eran las memorias de un largo viaje en tren; la folkie «Born to a family»; y la excelsa y etérea «Darlinghurst Nights», a la que le dio un quiebro estelar, entrecortando los acordes finales y dándole un momento de cierre ideal mientras él se movía por el escenario y bajaba las escaleras del escenario de El Sol.

En resumen, fue un concierto entrañable, donde lucieron las canciones, y de qué manera: en su esqueleto tan sensual y tan cautivador. Y todo eso a pelo y con ritmo creciente, fue de menos a más. Con esa deliciosa colección de canciones suyas tan recientes o con «Rock’n’roll friend». Haciendo corear al público «como nunca he visto jamás» su «I can do». Hizo dos bloques de bises que supieron a gloria. El público coreando «Surfing Magazines» de los Go Betweens. Y todos de playa en playa, surfeando mares, en una noche de invierno.

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