Imagen de la Original Dixieland Jazz Band en plena actuación
Imagen de la Original Dixieland Jazz Band en plena actuación - ABC

100 años del primer disco de jazzJazz, la «música de los salvajes» que conquistó el mundo

Hasta que la Original Dixieland Jazz Band publicó este primer álbum el 7 de marzo de 1917, esta música era marginal y estaba perseguida en EE.UU.

MADRID Actualizado: Guardar
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«Músico empujado al suicidio por el jazz: no tenía más opción que tocar la música que detestaba», publicaba en 1922 «The New York Times», en uno de los múltiples ataques que le dedicó, durante el primer cuarto del siglo XX, a aquel estilo que estaba «creciendo en tamaño y ferocidad» y conquistando Estados Unidos contra todo prejuicio, asociado a la población afroamericana más pobre y oprimida. El prestigioso diario solía calificarla como «la música de los salvajes». Un menosprecio al que se sumaron otros periódicos como «New York Herald Tribune» y numerosas instituciones culturales, políticas y religiosas controladas por las élites blancas.

Primer disco original de Original Dixieland Jazz Band
Primer disco original de Original Dixieland Jazz Band

Fueron tan solo 38 manzanas, pero este barrio marginal de Nueva Orleans a menudo es señalado como el lugar donde el jazz puso su primera semilla.

Fue creado en 1897 bajo el nombre del concejal Sidney Story, responsable de declarar al barrio «zona de prostitución tolerada» y recluir en su perímetro a todas las meretrices de la ciudad.

Un gueto que pronto se convirtió en un foco de atracción para muchos hombres de negocios y aventureros con los bolsillos llenos de dólares, que llegaban con ganas de divertirse a través del puerto. A ellos se sumaron pronto los músicos, que ayudaron a desarrollar su agitada vida nocturna tocando por cada rincón. En los burdeles y cabarets que se abrieron, propiedad de mafiosos como Tom C. Anderson -que incluso llegó a editar un «Libro azul» con las direcciones de todas las prostitutas de la ciudad- se mezclaban músicos negros, criollos y blancos para dar forma a un estilo «demoníaco» y sin precedentes, cuyas connotaciones sexuales eran evidentes para la sociedad más conservadora.

Por allí deambulaba un jovencísimo y todavía anónimo Louis Armstrong, recogiendo chatarra por las mañanas, aprendiendo a tocar la trompeta por las noches y metiéndose en problemas siempre. O figuras capitales en la historia del jazz como Buddy Bolden, Jelly Roll Morton o el grandísimo Joe «King» Oliver.

«Toda esta mezcla que ya se daba en los primeros años de Storyville es lo que hace que el jazz se mantenga fresco. Ese intercambio cultural que se dio en aquella Nueva Orleans entre músicos de diferentes procedencias, razas y generaciones fue muy importante para la historia», cuenta a ABC el gran saxofonista Joe Lovano, sobre todos estos primeros amantes de la improvisación y autodidactas que debían trabajar por la mañana en los empleos más variopintos (albañiles, cargadores de fardos en las embarcaciones del Misisipi, carpinteros u obreros de alguna fábrica de cigarros) y esperar a las noches para desenfundar sus cornetas, trompetas, clarinetes y saxofones con el objetivo de ganar algunos dólares extra.

En los años que precedieron a su clausura, entre 1910 a 1917, los locales de Storyville fueron las incubadoras del jazz. En los burdeles más o menos elegantes, generalmente tocaba un solo pianista o, como máximo, un trío. Mientras que en los cabarets y salas de baile, bandas de siete u ocho músicos. «Todos estos acabaron mezclándose con algunos instrumentistas formados en el conservatorio, produciendo una auténtica explosión de conocimiento», cuenta Andy Phillips.

En 1917, en plena Primera Guerra Mundial, la Marina de Estados Unidos ordenó su cierre y demolición, preocupado por las peleas, los robos y los homicidios en que se vieron implicados los soldados. Las 38 manzanas desaparecieron, produciéndose la primera gran emigración de los músicos hacia Chicago, Nueva York o Los Ángeles. El jazz comenzaba su viaje.

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