JanetWeiss, Carrie Brownstein y Corin Tucker, en una imagen de archivo
JanetWeiss, Carrie Brownstein y Corin Tucker, en una imagen de archivo - abc
primavera sound 2015

Sleater-Kinney: «No somos un grupo de banderas»

El trío estadounidense presenta «No Cities To Love», su primer trabajo tras casi una década de sequía

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A Janet Weiss, la energética batería que defiende la primera línea de ataque de Sleater-Kinney, le cuesta olvidar su última actuación en Barcelona, cuando acuchillaron la madrugada del Primavera Sound con la presentación de «The Woods». «Me acuerdo de que tocamos realmente tarde, como a la una y media de la mañana o algo así», exclama, rememorando su paso por el festival en 2006. Casi diez años después, el combativo trío de Olympia regresa al mismo escenario para romper con otros tantos de inactividad. «Estábamos exhaustas. La presión de pasarte una década grabando y girando constantemente te puede pasar factura física y mentalmente», aclara Weiss sobre el inesperado parón de la banda que completan Corin Tucker y Carrie Brownstein y que ellas mismas han hecho trizas ahora con el urgente y aguerrido «No Cities To Love», una de las joyas de la presente campaña.

«Siempre habíamos imaginado que volveríamos a tocar juntas, y ahora todas las piezas han vuelto a encajar. La banda exige una dedicación total, y necesitábamos estar convencidas de que volvería a ser así», añade. No le falta razón, ya que en los últimos años el trío ha estado cualquier cosa menos quieto: Weiss se unió a la banda de Stephen Malkmus, Tucker grabó un disco en solitario y Brownstein tuvo tiempo para formar junto a Weiss una nueva banda, White Flag, y participar como actriz en la serie de televisión «Portlandia».

Un currículum individual que ahora dejan aparcado para recuperar su condición de armada implacable nacida en la estela del grunge y alimentada por el activismo insobornable de las riot grrrls. «Fue un movimiento que dio voz a mucha gente que de otro modo no se habría podido expresar. Fue muy inspirador», explica. Eso sí, si alguien quiere ver a Sleater-Kinney como abanderadas de aquel punk feminista que irrumpió en los noventa, la respuesta es tajante: «Tenemos el espíritu, sí, pero no la bandera. No somos una banda de banderas».

Aún así, su actitud conecta directamente con el inconformismo de bandas como Bikini Kill o L7. Quizá porque, a pesar de todo, ni el rock ni la sociedad han cambiado demasiado. «No creo que haya igualdad todavía, pero asimismo me parece que ahora los jóvenes son más tolerantes. Espero que las nuevas generaciones se den cuenta de que luchar por la igualdad de derechos es algo importante», explica.

De ahí que el trío se sienta especialmente orgulloso de ver cómo, después de ocho discos y dos décadas de carrera, siguen conectando con nuevas audiencias. «Lo mejor de volver a tocar es ver a esas chicas jóvenes en primer fila abrazando nuestra música y sus valores», ilustra sobre algo que ella misma reconoce como anómalo. «A medida que me hago mayor me doy cuenta de que la música cambia y la respuesta de la gente también cambia. Nosotras venimos de los tiempos del do it yourself y del enfado, y ahora no veo a los jóvenes de ahora igual de airados. La música es mucho más melosa y melódica», explica.

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