Javier Sierra: «Que Notre Dame ardiera cuando está en cuestión Europa causa zozobra»

El novelista ha perseguido los misterios de las catedrales y los alquimistas, como Nicolás Flamel, asociados a la arquitectura gótica

Javier Sierra en la catedral de Chartres J. S.

Juan Carlos Delgado

Javier Sierra ha investigado y ha escrito sobre Notre Dame («Las puertas templarias») y sobre la época del gótico, llena de misterios y alquimias que aún hoy atrapan a cientos de miles de lectores. El incendio le sorprendió en Milán: «Al principio pensé en un fake, pero según iban pasando los minutos y vi que los mensajes y las imágenes se multiplicaban me di cuenta de que estábamos ante una catástrofe. Notre Dame es el icono de la primera Europa , la que vio las Cruzadas, que fueron la primera empresa común del continente. Que haya ardido cuando está en cuestión la cohesión de nuestro entorno me sumerge en cierta zozobra .

Entonces, ¿ve a las catedrales como los vestigios de un mundo que se está acabando?

En realidad trató de verlas con los ojos de las gentes que las levantaron. Generalmente se admite que «siglo de las catedrales» fue de 1140 a 1270, que es justo la época de las Cruzadas. Ese tiempo en el que Europa se despobló de hombres y las mujeres tomaron el control de los reinos. En esa época no solo surgieron estos grandes templos consagrados a la Virgen -los primeros de la cristiandad-, también la cultura experimentó un auge sin precedentes. Surgieron los trovadores y el amor cortés -predecesor del amor romántico, que ponía a la mujer como centro de todo y hasta justificaba la infidelidad ante matrimonios de conveniencia-. Nacen los mitos como el grial, se recupera la pasión por la astrología y se inventan las cartas del tarot. Después, al regreso de los cruzados, todo eso se reprimió.

No me ha respondido.

Sí lo he hecho. Las catedrales son los restos de un mundo que acabó hace tiempo. No solo servían para el culto sino, sobre todo, para la vida social. En el siglo XII tenían muy claro que las catedrales no las levantaba la Iglesia sino los burgueses, los habitantes del burgo, el pueblo. Aunque cuando empezó a construirse Notre Dame estaba presente el papa Alejandro III, lo que evidencia su tremenda importancia

¿Qué sabemos de los constructores?

Es todo un desafío explicar cómo, en un periodo de poco más de un siglo, surgieron autenticas sagas de arquitectos que tenían un sistema de edificación revolucionario y un programa iconográfico tan completo, común… y pagano.

¿Pagano?

La catedral se concibe como un modelo a escala del Cosmos. En sus pavimentos originales -muchos, hoy desaparecidos- plantaron laberintos, que era un símbolo propio de la tradición celta. Y en las arquivoltas y vidrieras dibujaron zodiacos completos con una iconografía que puede rastrearse hasta el Antiguo Egipto. Los medallones que esculpieron en sus fachadas también están sembrados de motivos no cristianos. Hay aves que hablan, burros que tocan instrumentos, mujeres que parecen trasvasar líquidos de un recipiente a otro. Se trata de una iconografía oscura, que no bebe de los textos sagrados, y que ha dado pie a interpretaciones de lo más diverso.

¿También en Notre Dame de París?

En los pórticos, que se han salvado, pueden verse siete medallones en piedra con símbolos sacados de un tratado de alquimia. Una mujer sostiene un pájaro, símbolo de la volatilidad. Al lado se advierte un caduceo hermético, símbolo del «disolvente» de los que buscan coinvertir el plomo en oro. Lo mismo la salamandra, que encarnaba al azufre o el león, que pudo estar pintado de verde, y es metáfora de la materia bruta o plomo. El libro de Fulcanelli «El misterio de las Catedrales» explica todo eso.

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