Una de las piezas de Carlos Pazos en «Naufragios recientes»
Una de las piezas de Carlos Pazos en «Naufragios recientes»
ARTE

«Postureo» de Carlos Pazos

Carlos Pazos regresa al ámbito galerístico con ADN. Y allí se ofrece en estado puro: desnudo y camuflado

Barcelona Actualizado: Guardar
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Lo reconoce Carlos Pazos (Barcelona, 1949): como individuo, está poseído por una profunda tristeza existencial que lo lleva al pesimismo y la depresión; como artista, se siente poseedor de cierta paradoja que lo hace un «rara avis»: se vale de lo que han creado otros no para proclamar el tan cacareado lema posmoderno de «la muerte del autor», sino para reafirmar el carácter «aurático» del artista. O –lo que es lo mismo– para autoafirmar su condición no como creador «ad novum», sino como reciclador, ensamblador o «post-productor». Y es esta paradoja la que lleva a Pazos no sólo a reivindicar la melancolía creativa, el recuerdo y la mirada al pasado, sino a justificar estas palabras provocativas: «Lo robo todo, menos el discurso».

Es así como puede explicarse su exposición « Naufragios recientes», un conjunto de «collages» y ensamblajes objetuales en la que a su pesimismo existencial une, no sabemos si con «postureo» (en el sentido como Roland Barthes entiende la «pose», el «posado», el doble), una cierta idea de fracaso. Idea que no es nueva, sino que viene acompañando al artista desde los ochenta, justificando su cuestionamiento de la creación original como una autoprotección y jugueteo con un «doble» con el que se ha querido ocultar el verdadero rostro de Pazos.

Dos horas de nada

Esta actitud explica su amplio repertorio de objetos encontrados, muy bien representado aquí con piezas de 1998 hasta la actualidad, y con una actitud de «flaneur» propia de los surrealistas frente a la poética del «objet trouvé» (todo lo contrario del mucho más conceptualizado «ready made» de Duchamp). Especialmente significativas son obras como «Pesadilla de un Robinson rijoso» (2015), «Huyendo de mí mismo...» (2015) o «Sandy en bancarrota II» (2016). Pero donde el artista mejor parece materializar esta nostalgia del «tiempo no vivido» es «Artissimo. Película de citas» (2015).

«Artissimo» se presentó en el Museo Reina Sofía en 2015 y, aunque muy pocos espectadores invertirán las casi dos horas necesarias para verla, ello no es relevante, porque lo que cuenta no es el contenido (que en sus pautas básicas se repite: la figura del artista, el acto de la creación, la palabra «arte»), sino el método de trabajo. Más de tres años viendo 1.800 películas han llevado a Pazos no a crear una nueva sobre el arte y sus mundos, sino a realizar un puro ejercicio de deconstrucción ¿posmoderno?: la cinta, lejos de tener un argumento, es una suma de citas descontextualizadas y recontextualizadas para crear un nuevo contexto: el de la creación, el arte en mayúsculas, el artista genio… Que inicialmente Pazos parece querer desafiar.

Y ahí estaría su mérito: convertir en acto creativo en otro duplicativo o un «remake»: trabajar en la mínima distancia entre el original y su doble como método de autoexposición, de proclama autobiográfica y autoprotección. Exhibir, exhibirse, pero bajo la técnica del «camuflaje».

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