Álvaro Pombo, autor de «La casa del reloj»
Álvaro Pombo, autor de «La casa del reloj» - Miguel Ángel
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Pombo y el becerro de oro

Mucho de Caín y Abel hay en «La casa del reloj», de Álvaro Pombo. Una tragedia bíblica con poso filosófico

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Continúa Álvaro Pombo (Santander, 1939) su disección moral de la alta burguesía, que ha dado personajes memorables, como la Matilda Turpin de su premiada novela; también menos edificantes, como Elvira, protagonista de «Un gran mundo» (2015). De los femeninos que tan redondos le salen hay en esta historia uno que quizá no caprichosamente ha llamado Matilde. A ella, víctima de la trama familiar aquí representada, solamente la oímos hablar casi al final, en el seno de una carta testamentaria (un gran momento del estilo de Pombo) que escribe Alfonso, su marido, en la que reproduce un diálogo donde se condensa la gran tragedia de toda la obra, de la que, hasta que ese momento, hemos asistido a flecos argumentales de intrigas y venganzas. Es la dignidad de Matilde, ese silencio suyo, lo que Alfonso no puede soportar, como dios justiciero ante una falta, un pecado de lesa burguesía que le ha hecho pagar y pretende que sigan pagando, después de muertos, todos.

Acto supremo

Aquí hay una tragedia bíblica, Caín y Abel, que a Pombo le parece igual que las griegas; tragedia cuyo «deus ex machina» es el dinero, el verdadero dios de la burguesía, becerro de oro que nutre sus valores primordiales, fuente de agravios, filias y odios que se manifiestan en el acto supremo de la herencia, el modo de resultar bendito o maldito por la divinidad que testa; en este caso, Alfonso, quien no perdona que su hermano Andrés haya seducido a su mujer.

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