Detalle de «Cartas marcadas», de Pep Carrió
Detalle de «Cartas marcadas», de Pep Carrió
LIBROS

«Floreced mientras», la flor azul de la lírica romántica

Esta antología, como todas, adolece de incluir a quien debe y, también, a quien no debe. No obstante, es excelente volumen para consulta y estudio sobre el romanticismo alemán

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Escribir una antología de poesía es siempre un riesgo; por extensa que sea, es inevitable que haya ausencias y, por homogénea que trate de ser, siempre habrá presencias que parezcan extrañas: en la que analizamos aquí, aparece Hölderlin, que no es un poeta romántico, por mucho que participe de rasgos epocales, pero no Kleist, que estaría en el mismo caso; aparece Heine, como ejemplo de postromántico, pero no la fina lírica de Mörike, o aparecen obras de Schelling, Runge o Wackenroder, importantes románticos, pero que no destacaron como líricos, mientras se echa de menos a otros de pura cepa como Chamisso, E. T. A. Hoffmann... Quizás un estéril debate para académicos. Porque lo indiscutible es que nos encontramos con un riquísimo elenco de materiales de la época, que no desdeña ni textos teóricos ni nombres poco o nada representados en nuestra lengua, y que, por ende, constituye un excelente volumen para la consulta y el estudio, con numerosas primicias.

Por eso, sólo cabe felicitarse por la ingente tarea acometida por el poeta Juan Andrés García Román, cuya excelencia como traductor avala además la calidad de los textos vertidos a nuestra lengua.

Estrechar el cerco

El problema viene cuando el lector trata de captar a través de la antología qué sea eso de la poesía romántica. Tarea que se revela imposible por lo heterogéneo de la muestra, que pinta una gran semblanza de época, sin acabar de definir a la corriente literaria. ¿Es acaso problema del antólogo? ¿Tal vez debería haber estrechado más el cerco eligiendo sólo autores prototípicamente románticos? Pero con ello se habrían perdido muchas voces y su rica diversidad. Y es que el problema es otro y emana del objeto que se trata de resumir.

Por dos razones. La primera, porque aunque Alemania sea el país del Romanticismo -pues allí se concentraron sus teóricos, los que le dieron carta de identidad, y una ingente cantidad de músicos, pintores, pensadores y escritores que participaron de la nueva corriente-, no por ello es el país que ha producido la más atractiva y conocida lírica romántica. De los poetas sobresalientes de la época -por un lado Goethe y Schiller, por otro Hölderlin y Novalis- sólo Novalis puede recibir sin reservas el calificativo de romántico, pero por desgracia murió muy joven. En cuanto a Eichendorff, Arnim, Brentano, Tieck, Uhland... no han tenido el impacto de líricos ingleses como Byron, Coleridge, Shelley, Keats o Wordsworth. Y lo mejor de su producción, visto desde hoy, cuando ya no tenemos la misma tolerancia para los resabios especulativos pedantes o los excesos de sentimentalismo exacerbado, siguen siendo los productos más frescos y sencillos, como las canciones y poemas de tono popular de ellos mismos y otros autores de lieder como el tardío Rückert.

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