Obra de max bill, «El límite pasa por el centro», latón dorado de 1972
Obra de max bill, «El límite pasa por el centro», latón dorado de 1972
ARTE

max bill en la Juan March. En busca de la «buena forma»

La Fundación Juan March celebra en su sede madrileña la primera exposición en España del artista suizo max bill (siempre en minúsculas), uno de los padres del arte concreto

Madrid Actualizado: Guardar
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¿Es posible en un tiempo como el nuestro, en el que la expansión de la tecnología ocasiona una producción e irradiación de todo tipo de imágenes, encontrar criterios para fijar «la buena forma», para producir imágenes que transmitan equilibrio y armonía de manera universal? A lo largo del siglo XX, las corrientes «constructivistas», el neoplasticismo o el suprematismo, situaron esa cuestión como eje de su actividad. Y lo hicieron a partir de las modulaciones de las líneas y figuras geométricas, en síntesis con una indagación que buscaba despojar a los colores de mezclas y adherencias para así alcanzar su esencialidad.

La excelente muestra de la Fundación Juan March sobre el polifacético creador suizo max bill (1908-1994), quien escribió siempre utilizando sólo minúsculas siguiendo el criterio de la Bauhaus, profundiza en el eco y resonancia de esas cuestiones.

A través de una cuidada selección de 170 obras y documentos, la exposición accede al conocimiento del amplísimo radio de actividades de una de las figuras centrales de esa línea constructivista y su impacto en lo que se denominó «arte concreto», en cuyo desarrollo tuvo una importante influencia tanto en España como en América Latina. La muestra se completa con un magnífico catálogo, bien concebido y editado.

Su proceso de formación fue plural y disperso. El inicio de su trayectoria se puede situar en 1929, cuando se establece en Zúrich

El proceso de formación de max bill fue a la vez plural y disperso. Comenzó a estudiar orfebrería, en 1924, en Zúrich, hasta que fue expulsado en 1927. Se establece en Dessau, matriculándose en la Bauhaus. Son años de viajes por Europa, en los que descubre la arquitectura de Le Corbusier y va centrándose en su formación como arquitecto, diseñador y pintor, aunque en una línea individualista y de síntesis de disciplinas. El inicio de su trayectoria se puede situar en 1929, cuando se establece en Zúrich con el propósito de dedicarse al diseño gráfico, al arte y a la arquitectura. En 1950, sus ideales de un nuevo sistema de síntesis de las artes y de su enseñanza, se concreta con la constitución, a su cargo, de la Escuela Superior de Diseño en Ulm.

Leyes propias

Ya en los años treinta, y siguiendo los pasos de Mondrian, Vantongerloo, Pevsner y Kandinsky, sitúa su trabajo en la línea del «arte concreto», que en un texto de 1949 caracteriza así: «denominamos arte concreto a aquellas obras creadas a partir de sus propios medios y leyes, sin apoyo externo en fenómenos o en su transformación, es decir, que no son el resultado de un proceso de abstracción».

Uno de los aspectos de mayor interés en la cita es la presentación en unidad de obras de diversas disciplinas. Ello lleva a una cuestión central: ¿Dónde sitúa él «la buena forma»? En ningún caso en dimensiones o factores externos a la representación, sino en los recursos creativos del arte concreto: colores, espacio, la luz y el movimiento.

Uno de los aspectos de mayor interés de la cita es la presentación en unidad de obras de diversas disciplinas

Aunque max bill se consideraba ante todo arquitecto, sus actividades se desarrollaron en los ámbitos de la pintura, la obra gráfica, la escultura, el diseño, la escritura, la docencia e incluso la política. Se puede afirmar que ese amplio conjunto de actividades tiene un registro de unidad, que yo situaría en su aspiración a alcanzar un dinamismo armónico, de equilibrio, en el flujo de formas geométricas, colores y palabras, en su dinamismo propio. En definitiva, educación visual y cultura del lenguaje y las formas como vías que deben ir unidas para generar conocimiento y estimular la potenciación de las cualidades humanas.

Filosofía en pinceladas

En ese sentido, resulta significativo lo que escribió en «unas palabras sobre pintura y escultura», texto de 1947, en el que, tras rechazar el tópico de que los pintores deben dedicarse sólo a lo suyo, afirma: «El arte plástico es filosofía representada visualmente, moralidad configurada, de ahí que resulte indispensable conocer cuál es la actitud moral en que se fundamenta la obra de arte, y hasta qué punto la responsabilidad personal o la casualidad han sido el impulso que ha desembocado en su creación».

Queda así delimitado dónde se sitúa el impulso artístico hacia la plasmación de «la buena forma». En ningún caso se trata de un planteamiento «formalista», y mucho menos decorativo. En la línea de trabajo constructivista y del arte concreto, el núcleo se sitúa en un mandato moral y de conocimiento: «La buena forma» es la que une a la humanidad, por su carácter universal, por anteponer la forma y el bien comunes a los objetivos y planteamientos particularistas, que son los que dividen y ocasionan el conflicto.

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